El primer pendón del gremio de los labradores (III)
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/07/2005. Página 30.
En el número del pasado mes de abril dábamos cuenta de las figuras que campeaban en este pendón y entre ellas de la imagen de San Antonio Abad, patrono de la cofradía gremial de los labradores de Betanzos, la más antigua que se conoce y a la que vamos a referirnos.
Durante la restauración realizada en la sacristía de la iglesia matriz en el año 2003, por iniciativa de su párroco, Don Manuel Rodríguez, fueron encontradas dos imágenes, una con la efigie de San Blas y la otra con la de San Antonio Abad, que habían permanecido ocultas detrás del altar donde se venera la homónima del patrono. Es casi seguro que este San Antonio Abad fuese retirado del culto debido a su deterioro, agudizado en los relieves y partes donde ha sido manipulado bien a la hora del traslado desde su capilla a la columna del arco triunfal, lado del Evangelio, la víspera y el día de su festividad, bien para su participación en procesiones generales. La talla en madera del San Antonio Abad descubierto tiene una altura de 102,50 centímetros y base poligonal, correspondiendo al frente el mayor de sus seis lados, que mide 28 centímetros; desde la cabeza al vértice del capuchón que la cubre y cae sobre la espalda se cuentan 45 centímetros y la parte del báculo, que sostiene con la mano derecha, de tres que lo conformaban, tiene unas dimensiones de 22,6 centímetros. Por los tres lados frontales de la base, una inscripción de ofrecimiento, en total deterioro y falta de varias letras, parece indicar la intención de Domingo Vázquez, incertidumbre que esperamos ventilar próximamente.
La escultura nos presenta a San Antón de pie, empuñando un báculo con la mano derecha, sosteniendo su libro de rezos cerrado con la mano izquierda, y con serena mirada hacia abajo para cruzarse con la de los devotos. En la túnica dorada predomina la verticalidad, que se rompe con las ondulaciones del manto decorado con motivos vegetales de trepantes y acantos lobulados, rematado al igual que el capuchón por una orla recreada de líneas y puntos, también dorados, que destacan sobre fondo oscuro. Sobre la túnica y pendiente del cuello luce la cruz potenzada o «cruz de San Antón», que en su tiempo utilizara el santo en su Egipto natal, en forma de T y con un asa.
Por la disposición de la pieza que sujeta el santo en su mano derecha, que hemos atribuido a un cayado litúrgico que figuraría completo a fin de obra, y que seguramente estaría rematado en rosca a manera de los báculos episcopales, según se vino representando en su iconografía, podemos afirmar que es totalmente ajena del Thau o «bastón de San Antón», legado en 1454 por el obispo Barrientos al hospital de la Piedad y San Antonio Abad de la villa de Medina del Campo, instituto por él fundado, en cuyo Museo de las Ferias se viene exponiendo, con la misma consideración que le merecía al donante, como una de las reliquias más preciadas.
Se trata de una obra perteneciente a finales del Renacimiento o bien de los primeros años del siglo XVII, en razón a su hieratismo, es decir, a su falta de movimiento, cuya ruptura va a producirse con el advenimiento del Barroco. La simple expresividad del rostro da cuenta de la sencilla factura abocetada de las facciones, sin concepción de mayores pretensiones, no llegando a finalizarse los rasgos con mayor detención por tratarse de una imagen concebida para ser instalada en la parte superior de un retablo, pieza que interesaba más por su conjunto que por el detalle, de manera que su remate se produjera en la retina del espectador, donde se termina con ver lo que se quiere ver. Donde realmente muestra su gran maestría el autor, posiblemente un artista local, es en el tratamiento del estofado, el dorado y la magnífica policromía, que son de extraordinaria calidad.
El cerdo que asoma al frente de la campanilla propia del conocido «porco de San Antón», que deambulaba por las calles y llamaba a la manutención vecinal hasta la ceba, para ser rifado a continuación y con ello obtener los recursos necesarios para las funciones y demás actos de la cofradía, es un ejemplar de cruce entre cerdo y jabalí, de hocico puntiagudo con una pareja de colmillos sobresalientes y las orejas cortas y tiesas, pelo hirsuto y patas largas, especie desaparecida de nuestros lares, aunque muy común en la época debido a la suelta que se practicaba en los bosques, lo que facilitaba el que ambas especies llegaran a confundirse, y parte de la obra que está más conseguida, para llamar la atención popular en las novenas y en los desfiles procesionales y que contribuye al buen resultado global de la talla.
Sobre los actos que los labradores celebraban en honor de su patrono ha quedado constancia en una información efectuada el 24 de diciembre de 1808 ante el Corregidor de la ciudad de Betanzos, Don Manuel Bernardino Pérez, a petición del párroco de la iglesia de Santiago, Don José Antonio Pan, en la que declaran Manuel López, Francisco Sánchez, Manuel Suárez y Rafael García, respectivos mayordomos que habían sido de la cofradía entre 1804 y 1807, manifestándose así:
«Que como vecinos de este Pueblo son Labradores de Profesión e yndibiduos de la Cofradía y Gremio del Glorioso San Antonio Abad, Cuya Gloriosa Imagen se venera en la Iglesia del Sr. Santiago, Matriz y principal de esta ciudad el día diez y siete de Enero de cada año y como tales han desempeñado en los años que cita el anterior pedimiento respectivamente los encargos de Mayordomo de él, celebrando en dicha Iglesia la festividad a dicho Santo como han echo de ynmemorial tiempo todos los que desenpeñaron ygual encargo, celebrando Misa Cantada con el suficiente número de sacerdotes y Sermón además de las Vísperas que se hazen el día Diez y Seis de cada uno de dichos años… Asimismo les consta que la misa que se celebra dicho Día del Santo hes paga y satisfecha por cada Mayordomo al Sacerdote que la dice… que es quanto pueden declarar y la Verdad… » (Archivo Diocesano de Santiago. Serie Cofradías. Legajo 81).
En esta extraordinaria obra es de considerar, más allá y por encima de su valor artístico, el sentido espiritual y tradicional que para la ciudad de Betanzos ha tenido a lo largo de su dilatada Historia «el honrrado Gremio de Labradores» y su santo patrono, lo que debería ser suficiente para que todas las instituciones y entidades en ella establecidas se volcaran en el patrocinio de su restauración, urgente, por hallarse muy atacada de xilófagos, y como único medio de recuperar su pasado esplendor.