Prevenciones por el ataque franco-holandés a La Coruña en 1639
10 noviembre 2012 • Blog
Entre los días 9 al 15 de Junio de 1639 se produjo un ataque a la ciudad de La Coruña, por una flota franco-holandesa de sesenta navíos, que puso en jaque a la guarnición herculina y a las compañías de milicias más cercanas, aunque sin mayores consecuencias por haberse retirado sin apenas haber enfrentamientos, merced a la armada nacional que se hallaba anclada en su puerto y bahía, y a las medidas preventivas adoptadas por el Marqués de Valparaíso, Gobernador y Capitán General del Reino de Galicia.
En la relación formada por el ingeniero Don Juan de Santáns y Tapia, publicada por Don José Ramón Soraluce Blond (Revista, nº 12, 1976), se da cuenta de la intervención, el mismo día de la entrada de los enemigos, de Don Antonio Bermúdez de Santiso, Teniente General de Artillería del Reino de Galicia, nuestro antepasado de la Casa de Bañobre, quien ante el acecho de que era objeto la plaza se dispuso «…a dar orden se disparasen dos medias culebrinas con que se desarboló un navio, y quiriendo proseguir, ordenó el dicho Marqués no se disparase mas sin su orden… «, y cañoneo recrudecido en los días once y doce, entre otros escarceos y defensas que les obligarían a retirarse y hacerse a la vela el siguiente día catorce.
Una acción entre otras muchas que se suelen registrar en acontecimientos semejantes, puesto que buena parte de la Historia del Antiguo Régimen sería recordada por sus enfrentamientos bélicos, quedando postergados a un segundo plano los aspectos sociales, sino ignorados, en los que se refleja el sentimiento del pueblo y su grado de entusiasmo ante estos conflictos, en los que participaba activamente por convicción o a la fuerza.
Según hemos tratado en otros trabajos de igual naturaleza, las alarmas o rebatos perturbaban la vida cotidiana de los pueblos y generaban desconfianza ante lo extraño y desconocido. El 18 de Junio de 1639, en el apogeo de la inquietud por las novedades que circulaban y sin noticias sobre la huida del enemigo, se produjo el apresamiento de dos holandeses, tildados de sospechosos, en la feligresía de San Salvador de Colantres:
«Rodrigo Pardo de Andrade vecino de la fra de San Salbador de Colantres en esta Juron (Jurisdicción) digo que estando yo aora oy dia , abra media ora junto a mi Cassa beniendo de la caça del Rio del Canal q tengo como persona Prencipal Hijodalgo descendiente de Tales Encontre a dos olandeses, El uno alto de cuerpo Roxo y el otro mas bajo y tuerto de un ojo q a toda prisa caminavan por el Camino Real pª tierra de Castilla y son los que ago preson (presentación) y bisto la ocasion de guerra en q al preste (presente) hestamos contra Enemigos y çercada la ciudad de la Coruña les e prendido y traigo segun dho hes sin enbargo de Causas q an dho de q trayan pasaportes siendo lo contrº (contrario) y Resistencia q an echo. Por tanto para q conste de lo suso dho y se puedan Remetir dhos dos olandeses donde conbenga a V.ssª Supco (suplico) me mde (mande) dar testimiº (testimonio) dello Preçediendo testimiº y declaraciones de los dhos olandeses por señales o Palabras de como ybam por dho Camino y pasado por esta çiud (ciudad) y como les e traydo y a lo que bienen pª que bisto probea Justzª y se me de dho testimiº. [Firmado] Rº Pardo de Andrade, Bermudez [Rúbricas]». (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 253, del escribano Pedro Manzanas de Moscoso, del número de Betanzos).
A continuación Don Alonso de Lanzós Novoa y Andrade, bizconde de Layosa, caballero del Hábito de Santiago, regidor y alférez mayor de la ciudad de Betanzos, ordenaba se formalizara el testimonio solicitado y conforme «…que quedan presos en el Cuerpo de Guardia que se aze en esta ciud mdo (mandó) a mi sno (escribano) le de testimonio de todo ello…».