La tienda y los negocios de Ricard & cia. en Betanzos
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/03/2004. Página 30.
Aproximación al comercio brigantino del siglo XVII
La venta de la mitad del «edefiçio de açer agua ardiente» con sus pertrechos, realizada por Antoni Ricard, le permitiría satisfacer una vieja aspiración: abrir una tienda.
Un año después de efectuada la transacción, el 2 de junio de 1619, una vez seleccionado el local en la Puerta Real o de la Villa, se lo alquila su propietario Antonio González de Parga Limiñón, vecino de Santirso de Mabegondo, a razón de doce ducados anuales, la «su cassa que tiene a la puerta rreal della con su tienda y bodegas y alto y baxo por tienpo y hespacio de dos anos que corren de ay dicho dia en adelante…» (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 98, folio 242, del escribano de Betanzos Alonso López Ballo).
Para esta empresa se había asociado con «Pedro de las Reginia, ansimesmo francés, en cierta quantía de maravedís a la ganancia dellos, según se contiene en la escritura de Conpanía que pasó ante Alvaro Fernández, escribano del número desta dicha çiudad…». La firma «Antonio Ricardo y conpanía» tendría una duración y resultados efímeros por fallecimiento de este socio ese mismo verano.
Cualquiera que traspasara La Puerta de la Villa, no podría abstraerse ante las exóticas e increíbles mercancías ofrecidas por M. Ricard. Era una tienda provista de artículos imprescindibles, entremezclados con otros extravagantes para la época, propios de un idealista francés, a la vez que sagaz comerciante y prevenido hombre de negocios. En fin, un establecimiento surtido a lo persa, como si se tratara de un bazar, paquetería, droguería, ferretería,… semejante al establecido en el mismo lugar por nuestro antepasado Don Marcial Núñez Taboada, en la primera mitad del siglo XIX y que todavía persiste en las inmediaciones en manos de sucesores directos, por hallar una próxima similitud.
El 22 de agosto de 1619, Antoni Ricard eleva una instancia ante Don Jerónimo de Rojas y Saldoval, Corregidor de la ciudad de Betanzos, en la que expone que:
«es venida a mi noticia quel susodicho es muerto en un biaje que hico con un navío mío y suyo con que partió cargado de naranxa y limón que llebaba cargado y manzana brava más de sietecientos ducados, sin el dicho casco de navío que valía la parte que entrambos acíamos en el casco y aparejos, mosquetes, alclas y clavos y belas y todo mas bestimento más de cinco mil Reales y para que se sepa y aberigue la verdad y quentas que ay entre entranbos y dos y la mercaduría que yo tengo de la dicha conpanía a Vuestra Merced pido y suplico mande hacer requento e inventario de las dichas mercadurías…» (Ibidem. Folio 190 y ss.).
Una decisión tomada como prevención ante cualquier reclamación que a posteriori pudiesen presentar los herederos del finado.
El inventario de las existencias de la tienda señala la cantidad de cada producto, el valor, y en algunos casos, la procedencia de la mercancía, datos de sumo interés para acercarse a la realidad del comercio de Betanzos en el siglo XVII, máxime por tratarse de un recuento realizado a dos meses y medio de la apertura del establecimiento, a saber:
«Primeramente,
– Diez y seis resmas de papel pequeño de preçio de siete reales y medio cada resma.
– Doze docenas de corchete en maços de balor de diez reales cada docena.
– Veynte y çinco millares de alfileres de número de çiento y veynte, de preçio de ocho Reales el millar.
– Una gruesa de nabaxas pequenas de presçio de treinta y dos Reales la gruessa.
– Una doçena y media de espejos número dos y número tres de Flandes a presçio de diez y ocho Reales la doçena.
– Diez y ocho millares de alfileres de cabecuela de balor de çinco Reales el millar.
– Çinco docenas de cascos de escribanía a preçio de seis Reales la doçena.
– Ocho docenas de tinteros a preçio de quatro Reales la doçena.
– Una docena de myllares de alfileres de caveçuela pequenos a precio de treinta Reales la docena de myllares.
– Una docena de millares de alfileres de nino a presçio de quarenta y ocho Reales la docena de millares.
– Una docena de bonetes colorados a diez y seis Reales la doçena.
– Tres millares de brochas de çapateros a quatro Reales el millar.
– Dos doçenas de máscaras a doze Reales la doçena de balor.
– Quarenta libras de jabón que balen y tienen de presçio sesenta Reales.
– Seis caxas de peines a dos Reales y medio la caxa.
– Dos libras de açul a presçio de tres Reales la libra.
– Diez gruesas de botones de vidrio.
– Quatro libras de cardenillas berde escuro a siete Reales la libra.
– Un quintal y medio de piedra lumbre a preçio de sesenta Reales el quintal.
– Veinte libras de anis a Real y medio la libra.
– Veynte libras de jinxibre en veynte Reales.
– Tres libras de bermante a dos Reales la libra.
– Dos caxas de anteojos a ocho Reales la caxa.
– Una libra de canela bale seys Reales.
– Una arroba de açucar bale cinquenta y tres Reales.
– Un quintal y medio de perdigones a çincuenta Reales el quintal.
– Tres doçenas de lujos de hierro blanco a seis Reales la doçena.
– Media libra de açafran en treynta Reales.
– Media libra de clabo en ocho Reales.
– Un ciento de dedales de muger de balor de seis Reales.
– Quatro gruesas de agujetas coloradas de balor de siete Reales la gruessa.
– Seis gruesas de agujetas blancas de Orense de balor de doçe Reales la doçena.
– Una libra de Ençienso de balor de quatro Reales.
– Quarenta libras de pólbora de balor de dos Reales la libra.
– Una jeringa destano de balor de doze Reales.
– Una doçena de limas de Alemania de balor de quatro Reales la doçena.
– Una libra de Regaliz de balor de das Reales.
– Una doçena de espuelas de balor de catorçe Reales.
– Una doçena de hespabiladeras de balor de catorçe Reales.
– Media doçena de tiros despada de balor de doze Reales.
– Veynte doçenas de caxas de anteojos sin antojos de balor de veynte Reales.
– Tres Reloxes de arena de balor de Real y medio.
– Tres pieças de trançaderos de balor de çinco Reales.
– Un camarito de nino de balor de quatro Reales.
– Tres pares de medias de carisea de Ingalaterra de balor de ocho Reales.
– Una doçena de cuerdas de atar de balor de quatro Reales.
– Dos almireces de balor de treinta y seis Reales.
– Dos libras de almidón de balor de dos Reales.
– Un marco y unas balanças de balor de seis Reales.
– Tres docenas de bolsas de cuero de balor de Real y medio.
– Seis pretinas de balor de seis Reales.
– Una doçena de Rosarios enteros de balor de seis Reales.
– Una gruesa de dedales de hombre de balor de seis Reales.
– Quatro caxas de mermelada de balor de diez y seis Reales…
Y en la dicha bodega se halló la siguiente,
– Un fardo de peynes de balor de tres çientos y quarenta Reales, que dixo el Antonio Ricardo haver conprado de Pedro de Criçerbela de Bayona.
– Más se halló en la dicha bodega quarenta quintales de brea a doze Reales cada quintal que son quatroçientos y ochenta Reales.
– Mas tres barricas biejas de balor todas tres de seis Reales.
Y en la dicha cassa se halló…
– Çinquenta pellicas de corzos de balor de çien Reales.
– Tres pellicas de lobos çerbales de balor de treinta Reales.
– Una doçena de pellicas de cabritos…».
Inventario del que hemos excluido el ajuar particular del matrimonio, aunque sea interesante mencionar la existencia de:
«- Un arcabuz can sus frascos de balor de diez y ocho Reales.
– Una escopeta para caça de balor de quarenta Reales…
– Dos pájaros canarios en jaulas de balor de doze Reales…
– Una pluma para sonbrero de balor de quatro Reales.
– Una espada que dixo era de su conpanero…»
Y que no proseguimos por abreviar y por no responder al interés comercial que nos ocupa.
El fallecimiento de Pedro de las Reginias, y las pérdidas sufridas en el naufragio donde sucumbió, obligaron a Ricard al cierre de la tienda y a la búsqueda de un nuevo socio. En compañía con Antoni Bremond formaliza, el 25 de febrero de 1626, una escritura de exportación de frutas con destino a Lisboa (Ibidem. Protocolo 103, folio 103).
La mercancía a exportar había sido adquirida en Betanzos y su jurisdicción, y de no ser satisfecha al contado, se obligaban mediante escritura pública a efectuarlo en pagos aplazados, como para esta ocasión lo hacen Antoni Ricard y su mujer Ana de Goya ante el escribano Pedro Manzanas y Moscoso, el siguiente 2 de Marzo (Ibidem. Protocolo 243, folio 271), comprometiéndose con el:
«bachiller Pedro Albares de Miranda, clérigo Retor de Santa Marina de Rois o a la persona que para ello su poder hubiere es a saver duçientos y cuarenta y seis Reales Castellanos de a treinta e cuatro maravedís, las quales son por raçon y de resto de una partida de fruta que del sobredicho an conprado y rescibido de que sse constituyeron par deudores… pusieron plaço a se las pagar en todo derecho a ocho dias del mes de Abril primero que biene deste presente año…».
Es decir, una vez cobrada la mercancía en Portugal y de regreso a casa.
La compraventa de frutas y su exportación a diferentes destinos del Cantábrico y Portugal significó la actividad empresarial de Ricard en los siguientes años, si bien sus negocios debieron de padecer serios reveses en 1630, coincidiendo con un periodo de recesión económica. Es así que, habiéndose ausentado del Reino su marido, y para poder sustentarse, Ana de Goya se ve obligada a vender la finca de Peteiras, en Cuíña, propiedad que había heredado de sus padres, una decisión in extremis propiciada por la necesidad (Ibidem. Protocolo 107).