La tarja: un medio de pago aplazado
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/01/2001. Contraportada.
Tal y como habíamos anunciado en el número de diciembre, retomamos el inventario del arca de Pedro Ares das Figueiras, todo un tesoro de este mercader vecino de Betanzos, fallecido en el lugar de Montecelo en Agosto de 1569, para entre otros extremos dar a conocer su contenido:
«allose una arca pechada con llave, dentro de la quall se allaron, en un saquillo veynte e nuebe doblones de los nuevos y un doblon de a quatro de dos caras de oro, doze coronnas de Portugal cruçadas y tres Santomes, mas treynta y siete coronas de oro de las nuebas de Castilla, mas una dobla de la banda de Andrade la una parte y de la otra las armas de Castilla.
Un joel de oro con un granate en el medio grande, mas se allaron ocho anillos de oro, tres dellos con tres piedras granates y otro con una piedra turquesa y otro granate y otro con una esmeralda verde o piedra, e los otros tres llanos sin piedra. Una jarrilla de oro con tres cadenitas a manera de joel.
Mas se allaron en un cofre allo tres mill y çiento y ochenta rreales de plata, de los quales se sacaron dos ducados que avia prestado Fernan Rodriguez da Torre para médico y boticario, y mas se sacaron veinte e tres rreales que yo escribano avia prestado para lo susodicho, mas sacaron los dichos Fernan Rodriguez da Torre, Juan Pascual dozientos rreales para el entierro y cosas nesçesarias a ello del dicho Pedro Ares. Un cinto de plata de un texido colorado con unos tachones, otra cinta de plata de un texido verde con diez e seys tachones dorada.
Unas joillas de mochacho de apretar con siete pieças de plata como votonallos.
Un saquillo con cierta quantidad de cornados y blancas menudas, las quales no se contaron.
Otras seys coronas de oro de las nuebas de castilla y un doblón de dos caras viejo.
Un saco con unos quartos e TARJAS que serian ocho ducados tres rreales, sacaronse dellos treinta e dos rreales para el clerigo, e dos jarros de plata, uno hecho a la flamenca con un afollaje de vina y otro llano sin labor.
Una porcelana dorada toda con una medalla en el medio y unos rromanos en el pies, con mas un salero de plata todo dorado de tres pieças. Otras tres porçelanas, una dellas grande con los bebidores e medalla del medio dorada, que dixeron era de prenda de Antonio Danido, y otra pequena vieja dorada en el pie y bebederos y otra pequena blanca con unos romanos en el medio y quatro vestiones en el pie. Mas una taça grande con unas granadas y follaje en el medio doradas, e otra taça blanca pequena con unos pillares y un pino en el fondo, otra taça con unas bandas y una benera en el fondo dorado el medio y los bebederos alderredor.
Unas facelexas labradas de seda con unos pasamanos açul y colorados, dos mantas façadas nuebas, un sonbrero de tafetan nuebo, tres caras de cochillos sin herramientas. Un anillo grande que se sacó de la mano al dicho Pedro Ares, que tiene Ana Fernandez en casa, mujer de Alonso Lopes. Dos maços descrituras de pergamino y papel…».
(Archivo del Ilustre Colegio Notarial de La Coruña. Protocolo 1 del escribano de Betanzos Juan Pérez Alvarez. Ano 1569).
En el octavo párrafo se hace inventario de «Un saco con unos quartos e tarjas», término este último que nos acerca al sistema de pago aplazado en el siglo XVI, y que mantendría su vigencia hasta bien entrado el siglo XX. Se trataba de seccionar una caña o palo longitudinalmente, repartiéndose cada una de las dos partes entre el vendedor o acreedor y el deudor o prestatario, quienes señalarían una muesca coincidente en ambas partes a la vez, para contabilizar entregas parciales y hasta la cancelación de la deuda, de ahí la escasez de ejemplares, debido a que su permanencia es prueba de incumplimiento, curiosidad o recuerdo, puesto que generalmente eran destruidas una vez satisfecha la cuenta.
En los grabados, presentamos los dos únicos ejemplares de tarjas que hemos conocido, que debemos a la gentileza de nuestro buen amigo Don José Antonio Melgares Guerrero, académico y Cronista Oficial de Caravaca de la Cruz, en cuya ciudad las conserva Don José María Jiménez «El Chavo», labrador de la huerta caravaqueña hasta los años 50 y actual propietario de una joyería.