La progresiva destrucción de las Murallas de Betanzos
11 septiembre 2014 • Blog
Dispuesta la vecindad del antiguo Betanzos a cambiar de emplazamiento, se dirigirían en súplica a la Corona, el 18 de julio de 1212, con el ruego de la concesión de Fuero y del traslado de la población. El Rey Alfonso IX no dudaría en acceder a sus pretensiones, por cuanto deseaba la formación de núcleos urbanos de realengo con el fin de controlar el poder señorial, y delimitaría el territorio para el nuevo asentamiento por privilegio rodado expedido en Valencia de Don Juan, el 13 de febrero de 1219.
Puesto de acuerdo con el monasterio de Santa María de Sobrado, propietario de los terrenos acotados, la nueva villa comprendería el «…Castro de Untia y todas las demás heredades que teneis en torno del mismo Castro. A saber: por la fuente que está en la ribera del río Mandeo junto al puente de Untia y de aquí para arriba por el Valle antiguo y del otro lado por el camino que va a vuestro Orreo, excepto el mismo Orreo con su corral y desde aquí siguiendo los límites del mismo Castro con las predichas heredades, quedando a un lado y al otro los dos ríos…», y documento publicado integramente en nuestra Historia de Betanzos (Fundación Caixagalicia 1984).
La primera fortificación con que contaría la nueva villa al trasladarse paulatinamente desde «Betanzos o Vello», pertenecía a la propia estructura del Castro de Untia. Las nuevas construcciones irían situándose en la «croa» y seguirían por el borde de los terraplenes hasta alcanzar los fosos, primer elemento defensivo excavado en la colina para hacer inexpugnable el recinto. Por tanto, el ordenamiento obedecía a las condiciones del terreno, sin previo trazado, característica de las poblaciones construídas en el siglo XIII.
Para comprender las circunstancias del paulatino traslado, es interesante señalar que las casas estaban construídas en madera, con plazas (solares) de reducido espacio y que contaban con un pequeño huerto o salido para cultivos de autoconsumo.
La existencia de una vía «Traviesa» y de un camino que conducía al «Orreo» situado en la cima, esclarece la aparición de calles al construirse las viviendas a sendos lados, cuyo primer recinto sería el muro y paseo de ronda de las casas de la Plaza Mayor, calle del Atrio, de la capilla de Santiago, erigida en un rincón de la mencionada «Croa», la calle del Canto y la muralla del terraplén de Cachiñas, que al ampliarse la muralla en el siglo XIV daría origen a la Rúa Nueva. Como es habitual fuera de las murallas y en extremos opuestos, se levantarían los dos monasterios de franciscanos y dominicos, al igual que la Capilla de San Roque, patrono tutelar de la urbe, que señalaría sus linderos en el citado siglo.
Con el aumento de la población, debido a la evolución demográfica del siglo XIII, y realizado el traslado, el perímetro defensivo se va ampliando para el amparo de los habitantes que ocupan las nuevas rúas. La fisonomía del plano nos sitúa ante un ejemplar radioconcéntrico, donde las calles en sentido radial se dirigen hacia la Plaza del Castro y cuyo crecimiento se orienta especialmente hacia los cauces fluviales del Mandeo y del Mendo, de manera que pueden definirse sus dos recintos amurallados, el primitivo de la ladera y el segundo a sus pies. La forma de la muralla se ajusta al terreno y sigue el planteamiento del casco urbano; no cabe duda de que la trayectoria circular se hace más compacta y fácilmente defendible al situarse en un valle.
En Betanzos la muralla desarrolla un esquema irregular, ocasionado por el desnivel existente entre el Castro y la ribera de los ríos, que convierten el asentamiento en una península, cuya fisonomía esquemática responde a una estructura en casquete, de las consideradas ideales por los teóricos de la arquitectura, como en 1500 entendía el italiano Francesco di Giorgio Martini.
Las murallas se construyeron de piedra irregular y pizarra, utilizando la sección del terreno que las hacía más compactas, al tiempo que permitía a sus defensores pisar tierra firme por el camino de ronda, si bien en algunas áreas de la colina y riberas contaba con adarves. Su anchura se sitúa entre los 2.70 a 3 metros y una altura variable en dependencia de la disposición del macizo, que hemos comprobado en espacios a la vista y en derribos de edificios adosados, de entre 8 a 14 metros hasta 16 a 18 de altura. En la actualidad se pueden observar unos 200 metros lineales en la calle del Valdoncel, en el resto se arriman edificios o forman patios, y en zonas como la huerta que fue de los frailes menores y en la calle de la Fuente de Unta, aún existen albarranas y almenas.
El estudio que hemos realizado en detenida investigación del entorno, nos ha permitido especificar el número y situación de los “turriones” que se intercalan en la muralla, esquinados y coronados con sillería regular, aparte de los existentes en las puertas, e iniciando la andadura por la Fuente de Unta, al primero que aparece se encuentra adosada la casa nº 1, le sigue el esquinal de los números 11-13-15 y 17 de la misma calle, bien visible con su escalinata desde la huerta de la casa de Couceiro Serrano; otro se corresponde con el número 64 de la calle de La Ribera, visible desde el antiguo huerto de los franciscanos y que mantiene el muro en pendiente que accede a la almena; a continuación aparece otro en el número 26 de la misma calle, que sirve de terraza a la casa que abre su fachada a la calle de San Francisco; otro en la calle del Valdoncel, y torre albarrana de defensa del postigo de la Puerta del Hórreo, desmochada en el año 2000, siendo alcalde don Manuel Lagares Pérez, sin haber sido repuesta desde entonces, y otro más en el número 32 de la misma calle, que se aprecia desde los jardines de los señores Cancela da Torre, y por último el que existe tras el número 14, en cuyo lateral conserva un vano medieval de sillería, y cuya almena sería cubierta al prolongarse hacia atrás la planta superior del edificio.
El acceso al recinto amurallado, podía efectuarse a través de cinco entradas o puertas. La principal o Puerta Real, hacía frente al Campo de la Feria, desaparecida en el siglo XIX y que hemos dado a conocer en un trabajo específico el 12 de agosto de 1994, desde donde partían los Caminos Reales hacia Castilla y Santiago de Compostela, conocida como Puerta de la Villa; otra hace frente al Puente Viejo, con el Camino Real hacia Pontedeume y Villalba; le sigue la Puerta del Cristo de La Ribera, con salida al muelle y mercado del «Pai Fermoso» que también le da nombre; a continuación la Puerta del Puente Nuevo, con salida al Camino Real a La Coruña y acceso al «Peirao», y por último el postigo o Puerta del Hórreo que era la salida hacia los juncales, dehesa y puente de «Cachiñas». Por consiguiente, Betanzos es la ciudad que cuenta con el mayor número de puertas medievales de Galicia.
El pasado 2 de junio, enviamos un escrito dirigido a doña María del Carmen Martínez Insua, como directora general del patrimonio cultural de la Xunta de Galicia, para poner en su conocimiento el derribo de una porción de la muralla medieval de Betanzos. En concreto, el tramo correspondiente al edificio nº 22 de la calle del Valdoncel y del solar adyacente nº 24, habida cuenta de que nuestro ayuntamiento parece desconocer su existencia, bien mediante la concesión de permisos de obra sin contemplar su conservación o mirando para otra parte. Sobre esta triste realidad, es fiel testimonio la fotografía que presentamos, con la muralla abatida en el mencionado lugar y sus históricas piedras en la escombrera. Y como si nada.
Durante la celebración del XL Congreso Nacional de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, que tendrá lugar en la ciudad de Oviedo los días 26, 27 y 28 del corriente mes, para el que hemos presentado la comunicación «El autor de los Milagros de Nuestra Señora del Camino de Betanzos», daremos cuenta de la dejadez mantenida por las autoridades locales y autonómicas con el patrimonio monumental de nuestra ciudad, declarada Conjunto Histórico-Artístico el 31 de diciembre de 1970, lo que también parecen ignorar.