Semana Santa Brigantina
Los portadores de la Soledad
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/03/2000. Contraportada.
El acto público más importante del Jueves Santo, se concentraba en la Procesión General organizada por la Cofradía de la Concepción – Vera Cruz y Misericordia, que contaba con capilla propia adosada a la iglesia de San Francisco y cuyo paso principal era el de la Virgen de los Dolores.
En pasadas centurias, los portadores de las andas de la imagen de La Dolorosa, contaban con atuendo propio para la ocasión. En las notas que Don Juan Gómez Navaza regaló a su buen amigo Don Francisco Javier Martinez Santiso, cuyos originales engrosan nuestro archivo particular, encontramos el texto que inotivaria nuestro estudio; he aquí su contenido:
«Hay unos ropones negros para los de la Vera-Cruz con una esclavina blanca ribeteada de negro y orlada con atributos de la Pasión: Calzan polainas blancas con vivos negros y tocan su cabeza con una especie de gorro o bonete negro de cuatro picos. Estos mozos así vestidos son los que conducen la Virgen de los Dolores de la Cofradía el Jueves Santo…»
Con este uniforme desfilaron hasta el último tercio del siglo XIX, y su desaparición sin duda fue debida al abandono y escasez de recursos que sufrió la cofradía, habiéndose perdido de la momeria colectiva.
Se trataba de un uniforme sencillo, muy decoroso a la par de elegante, y ante todo respetuoso, como al marco corresponde. Al estilo de nuestra tierra, el rostro iba descubierto y la cabeza protegida con el tradicional bonete, al estilo Patronillet de cuatro picos, elemento que precisaba de una armadura para recubrir con el tejido, en este caso negro, de formato cuadrangular, y no como los reconocidos de eclesiásticos y curiales, cuyo patrón conformaba un octógono regular.
Los ropones se utilizaban, tal como la palabra indica, sobre la vestimenta propia del portador, con sobremanga ajustada a la muñeca, la más útil para facilitar la sujeción de los barrotes de la angarilla, o bien sueltas, menos prácticas y más económicas. Estos amplios ropones, cubrían el largo de la rodilla, y se abotonaban en la parte superior por el corte abierto hasta el pecho, con botonadura visible hasta el cuello, forrada de negro, en el que se sujetaba una esclavina blanca, ribeteada de negro y orlada con los atributos de la Pasión.
Las polainas eran blancas, con vivos y botones negros, al igual que los zapatos, de hebillas con el símbolo de la Cofradía.
Los dibujos, realizados especialmente para este trabajo, los debemos a la inspirada mano del ilustre pintor Don Rafael Pedrós siempre dispuesto a recrear las inquietudes culturales de nuestra ciudad, y a quien el cronista rinde fervoroso reconocimiento.