• Los enterramientos de la iglesia de Santa María del Azogue

    Publicado en El Ideal Gallego el 09/04/1991. Página 14.

    Con la retirada del entarimado que cubría el solano de la iglesia de Santa María del Azogue, quedaron al descubierto las sepulturas que lo conformaban. Con esta actuación, el templo recupera el sobrio empaque que nos acerca a rituales originarios y costumbres de los que había sido privado para salvar los desniveles de las losas, amén de evitar el frío de su contacto con los feligreses.

    Es bien sabido que la más destacada nobleza solía levantar monumentos funerarios bajo arcosolios o en lugares destacados de las iglesias en las que obraban capillas fundacionales; así se presentan en las naves de nuestros templos e incluso en sus capillas mayores. Los elementos que componen estos sepulcros, «de bulto», dualizan el poderío terrenal, en memoria del yacente, y eternizan su presente en la batalla espiritual que pretenden transmitir a las generaciones futuras, son yacentes entre ángeles, cruces, blasones y fieles perros.

    En segundo orden, por decirlo de alguna manera, estarían las laudas sepulcrales situadas a nivel con el suelo, en muchos casos también en capillas fundacionales o en lugares destacados, sin faltarles escudos e inscripciones para significar la procedencia de su linaje. Por último encontramos los enterramientos numerados, o no, que cubren la práctica superficie de las naves de nuestras iglesias, en los que se enterraban los restantes feligreses, entre los que igualmente existían diferencias al estipularse limosnas de mayor cuantía, según su aproximación a la Capilla Mayor. A este último grupo pertenecen las sepulturas que se encuentran en el solano de Santa María del Azogue.

    Las sepulturas enlosan la práctica totalidad de las tres naves de la iglesia. En la central se encuentran enmarcadas, a tres losas cuadrangulares, en orden preconcebido; numeradas del uno en adelante hasta el centenar, con inicio en el lado del Evangelio, bajo el arco triunfal hasta muy cerca de la puerta principal. En las naves laterales no se aprecia plan alguno, por lo que puede asegurarse que se trata de entetramientos de cuarto orden, en el baremo que hemos establecido, y por tanto pertenecientes a los más desfavorecidos.

    En la iglesia de Santa María, al igual que en las restantes parroquiales, los feligreses se reunían a primeros de enero de todos los años, para elegir entre ellos, un Mayordomo Fabriquero y un Sacristán Mayor. El Mayordomo saliente tenía la facultad de presentar uno o dos nombres para sucederle en el cargo, aunque tenían que ser elegidos por mayoría (libro de Cabildos de la parroquia de Santa María, 19 de Enero de 1736 y 1º de enero de 1737).

    En el primero de los Cabildos antecedentes, celebrado en el coro de la iglesia según costumbre, los asistentes acordaron: «Que desde aquí adelante el presente Mayordomo y mas que le suzedieran agan y ejecuten en beneficio y aumento de dicha fabrica, reparos y dezencia de dicha yglesia lo mas conbeniente que les paresca, segun ansi se observo sienpre asta ahora». Acuerdo que resuelve en razón a una propuesta que solicitaba el acuerdo unánime y previo para el libramiento de cualquier gasto de dicha fábrica, tal como efectuaban las cofradías de la ciudad. No cabe duda de que tenían plenos poderes para la administración de los caudales que engrosaban la fábrica, bien guardados «En el Archivo de tres llaves de la expresada Iglesia».

    En el año 1624 se plantea un litigio en la Real Audiencia del Reino de Galicia, entre el bachiller Don Antonio de Lago «Cura y Rector de Santa María del Azogue» y Juan Varela. El saderdote señala que Juan Varela «por si y en nombre de los más feligreses en raçon de que dice les ago fuerza en aver nombrado por mayordomo de la dicha yglesia este presente año a Antonio Sobrino y por Sacristan a Juan Roson, clerigo de menores hordenes, y en estorbar las sepulturas y entierros de sus antepasados y no dexar dicir myssas a los Religiosos que llevan…».

    En el interrogatorio del proceso (Archivo del Reino de Galicia, legajo 4.ll5-74. Folio 61 Rº), figura una información de sumo interés para el tema que nos ocupa, dice textualmente el documento:

    «que es constitucion y mandado de los visitadores de este arzobispado que los curas y Rectores no consientan de enterrar nynguno dentro de sus higliesas, sin que primero se allanen a pagar por racon de la sepultura la limosna que los dichos visitadores tienen senalado que es en la primera sepultura tres Reales al entrar de la puerta principal y en la segunda seys Reales, y en la tercera nuebe Reales y ansi doblando la limosna asta llegar a la capilla mayor, en donde el que se ubiere de enterrar a de pagar quarenta ducados, y las dichas limosnas y dotaciones son para la fabrica de dichas yglesias, sin que el cura tenga parte alguna en ellas y esto aceto si las tiene dotadas con autoridad del hordinario de Santiago, la qual dicha constitucion y auto saven los testigos es usado y guardado. Digan [Rubricado] [Firmado]. Antonio de Lago [Rubricado]».

    Entre otros muchos personajes enterrados en el solano de Santa Maria del Azogue, se encuentran el comisario don Alfonso Martínez de Prol, rector de Nuestra Señora del Camino al tiempo de erigirse el Santuario; su sobrino don Antonio Martínez de Prol, rector de Santa Eulalia de Espenuca; don Antonio Núñez de Ron, señor de La Torre de Pereiras, y la mayor parte de los feligreses registrados en los libros de defunciones de la parroquia, hasta la prohibición de efectuarse entierros en el interior de las iglesias, Real Orden perteneciente al último tercio del siglo XVIII.

    Es deseo unánime de todos los amantes del Arte y del Patrimonio Cultural de nuestra tierra, que el solano de Santa María del Azogue de Betanzos sea restaurado, con el respeto y orden que nuestros antepasados regularon, para que su mensaje se transmita a las generaciones venideras, y para que este Monumento Nacional reviva en sus orígenes.