La Romería de la Magdalena
Publicado en La Voz de Galicia por José Raimundo Núñez-Varela y Lendoiro, el 24/04/1984
La tradicional romería o fiesta de la Magdalena, tiene lugar el lunes y martes de Pascua, sin lugar a dudas, llegó a ser la más importante y concurrida de las que se celebraban en nuestra ciudad a excepción de las patronales.
A principios de siglo, las familias acudían en pleno al barrio de la Magdalena y el desfile de peregrinos cubría totalmente la actual Avenida de La Coruña. Crónicas de la época refieren, como de costumbre, la instalación de “ numerosos puestos con abundante cosecha de higos, pasas, avellanas, cacahuetes, rosquillas y otras sabrosas golosinas, que adquirirán, sobre todo, los niños que tengan buenos padrinos” , los comprometidos padrinos a quienes no perdonábamos el roscón de Pascua y su acompañamiento a la capilla del antiguo lazareto.
El 5 de abril de 1914, se anuncia por orden municipal que “hoy no tocará la música en el paseo, a causa de hacerlo mañana en la Magdalena”, uno de los pocos domingos del año que la banda privaba al Cantón de la acostumbrada sesión musical. Tal como se venía haciendo, en 1935 la banda partía del kiosco de la música a las cinco de la tarde, era seguida por multitud de vecinos hasta la curva, situándose enfrente al mesón que regentaba Eduardo Mosquera, desparecido al construirse la carretera de circunvalación, donde interpretaba su repertorio hasta las siete, dando paso a la orquesta del Cafú o del Bó, que fueron sustituyendo a los organillos y gaitas que antaño amenizaban la verbena.
Por los alrededores o sentados en el muro de protección de la carretera a La Coruña, las familias disponían la merienda que los pequeños regarían con refrescos y los mayores con el vino del país, que los cosecheros de la barriada abren coincidiendo con la fiesta.
Los alfareros de la Condomiña apagaban sus hornos, allí se habían establecido a finales del siglo XVIII, los comercios e industrias no abrían sus puertas, la ciudad vivía esta fiesta con amenaza de cantiga:
Se a Madalena
non vou, meu amor
en todo o ano
non fago labor.
En la humilde capilla se decían varias misas durante la jornada, la solemne se celebraba a las doce o a la una como en la actualidad se viene haciendo. Los romeros podían poner el santo durante todo el día, generalmente esta función era realizada por un vecino, así lo viene practicando Agustín Edreira, quien toma la pequeña estatuilla de San Lázaro y la entorna por los hombros del ofrecido que termina besándola, mientras pronuncia la siguiente jaculatoria:
San Lázaro querido
che quite a enfermedá
e che poña a sanidá
polo amor que lle tes
dalle un viquiño a o Santo.
Amén.
Era costumbre y todavía hay casas que la guardan, el servir en el almuerzo el “Bolo da Madalena”. Según las posibilidades, el variante de su confección está en la “tallada”, imprescindibles el huevo cocido y el chorizo, que subliman el rajo de cerdo y el jamón. Se prepara una masa con harina de trigo del país, se extiende y divide en dos porciones, una para la base sobre la que se sitúan el huevo el chorizo, el rajo previamente pasado por la sartén y el jamón y con la otra se cubre, el horno se encargará de su cocción. En algunas casas, el jamón se coloca en lonchas cubriendo la base y también en pequeños tacos. De todas formas resulta delicioso y recuerda a una empanada exenta de “mexunxe”. Es conveniente recuperar esta receta que atraería a muchos amantes de nuestra gastronomía.
Este año no se organiza la fiesta profana, hay misa a la una, los vecinos la celebran igual y Pedro tiene preparadas las golosinas, como antaño, y abrirá el vino del país, seguro que iremos una vez más mientras Dios lo quiera.