• La defensa de La Coruña en 1599

    Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/05/2003. Página 38.

    Betanzos queda sin hombres para socorrerla

     Todavía no se habían apagado los clamores del ataque inglés a La Coruña en 1589, en el que Drake hizo gloriosa la figura de María Pita, para que una nueva amenaza se presentara ante su costa el 1º de Junio de 1599: nada menos que setenta barcos holandeses al mando de los almirantes Van der Does y Gerbrandtsen.

    El destacado heroísmo de las tres compañías de Betanzos que acudieron en defensa de la plaza permanece vivo en las crónicas y documentos de la época relacionados con la efemérides. El capitán Cristóbal Díaz alcanza esta graduación, entre otras razones, por su intrepidez al «fortificar el torreón quel enemigo minava y la batería por donde tentava dar salto a la dicha ciudad… ansí de día como de noche… ponía por su mano (la faxina) en los torreones y pipas en otras partes, para açer torrexón y nueva çerca por donde el enemigo minava…» (García Oro. Anuario Brigantino, nº 19, pág. 127), quizás en la parte desmoronada donde la heroína se hizo eterna para la Historia.

    El ímpetu y arrojo de la Compañía de Ruy da Becerra quedó marcado en su enseña, que habría de reponerse «después que a rebate de la Coruña el dicho Capitan Rodrigo de la Beçerra hiço la bandera que tiene por ser la de su padre toda rrota…» (Archivo del Reino de Galicia. Legajo 26.194-41). En cuanto a la Compañía de Gómez de Vaamonde, declara su alférez Juan Díaz Camarero haber asistido con ella en todas las «Ocasiones que se an ofrecido y ultimamente quando ahora bino el enemigo sobre la ciudad de la Coruña, que fue la primera que entró desta ciudad el domingo en ella» (Archivo del Reino de Galicia. Legajo 26.600-15), entre otras destacadas actuaciones que no es el momento de relatar.

    Ante el inminente ataque de la flota holandesa a la ciudad de La Coruña, el Gobernador General del Reino de Galicia, Don Luis de Carrillo de Toledo, le ordena al Sargento Mayor de las compañías de la ciudad de Betanzos y su jurisdicción, Don Francisco de Villajuan Montenegro, que se traslade de inmediato con sus tropas para contribuir a su defensa. Sobre esta situación se da cuenta en el ayuntamiento, con la lógica alarma que produce la posibilidad de un ataque por parte del «enemigo Englés», lo que denota el desconocimiento del origen de la amenaza, debido a que en Betanzos quedaban tan solo veinte hombres y no contaba con artillería para su defensa. El importante manifiesto dice lo siguiente:

    «En la çiudad de Betanzos a once dias del mes de Junio d mil e quinientos e noventa e nuebe años, hestando en ayuntamiento Juan Rouco de Parga, Teniente de Corregidor e Justicia en la dicha ciudad, Martin Vidal Morelle, Antonio Pita Barela, Rodrigo da Beçerra, Agustin Rodriguez da Torre, Fernando de Sangiao, rregidores y Alonso Ares de Gontin, Procurador General, en este rregimiento se propuso el dicho Teniente que por quanto a las quatro de la tarde abia benido aviso del Señor Gobernador de este Reino al Sargento mayor Billajuan Montenegro, de como el enemigo Englés hestaba sobre la ciudad de La Coruña con mucha cantidad de belas, y para la defensa della le abian mandado que con toda presa e diligençia se partiese a la dicha ciudad con las compañias de esta dicha ciudad y las mas deste destrito, que con las dichas órdenes luego abia echo marchar a las dichas conpañias con toda la jente que en la dicha ciudad abía, sin en ella quedar veinte honbres, por donde abia quel dicho enemigo inglés beniese sobre hesta dicha ciudad respeto de que no tiene jente ni artillería para su defensa no hera posible poderla defender ni fortificar, y atento lo qual se acordó que con los onbres que ubiese en la dicha ciudad se pongan postas e guardas en los lugares acostunbrados para que si el dicho enemigo biene para esta dicha ciudad sepa esto lo arriba dicho que no tiene defensa ninguna se puedan salir della y sacar algunos bienes si los tubieren y sus hixos e mujeres y ansimesmo acordaron se sacasen los papeles e prebilexos de esta dicha ciudad, lo quales luego sacaron y entregaron al dicho Procurador General y hesto asta entanto que otra cossa se hordene por el Señor Governador deste Reino y protestara con sus personas, criados y cosas, asistir en la dicha ciudad y defensa della asta ver quel dicho enemigo inglés si en ella entraba y no pudiendo defenderla acuda a lo que mas conveniere al serbiçio de su Majestad y bien de su Republica, y ansí lo protestaron y firmaron. [Firmado]. Juan Rouco, Martin Vidal Morelle, Rodrigo Sanchez de Boado, Fernando de Sangiao, Agustin Rodriguez de la Torre, Alonso Ares [Rúbricas]. Passo ante mi [Firmado] Pedro Manzanas [Rúbrica]» (A.M.B. Actas municipales, caja 2).

    Observamos que entre las primeras medidas de prevención adoptadas, se encuertra la vigilancia de la costa, la evacuación de las mujeres y de los niños en caso de ser atacados y la salvaguarda de los documentos más importantes y de los privilegios de la ciudad.

    Los vigías eran situados en puestos fijos de alerta, como en «A torre» de Insua, parroquia de Viñas; en el puerto de Fontán; y en el distrito de Callobre, además de disponer patrullas que controlaban las junqueras de Mariñán, el litoral del «Pasage», Fiobre e inmediaciones.

    Sea cual fuere la lectura de este manifiesto, se nos presenta como un convincente testimonio sobre los sobresaltos e incertidumbre que embargaron a la sociedad brigantina a finales del siglo XVI, además de manifestar su constante disposición para acudir en defensa del Reino, y evidenciar las carencias en materia de fortificación ante cualquier ataque del enemigo.