La alfarería de Betanzos en el siglo XVII
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/12/2004. Página 30.
La aparición de vasijas de barro cocido y de otros restos de cerámica en los yacimientos arqueológicos de nuestro entorno relativiza el término «desde tiempo inmemorial» aplicado a la práctica indeterminada de este antiguo arte, u oficio artesanal, de la alfarería en Las Mariñas.
De aquellos ecos de nuestro pasado, a las resonancias domésticas donde brillaron los vidriados de las vasijas, se cernieron arcillas en manos árabes, con el resultado de los exclusivos esmaltes que subsistieron a su expulsión de la Península. Una cultura de escasa, por no decir nula, influencia en la manufactura de enseres por parte de nuestros oleiros, empero receptores de las técnicas por ellos introducidas en la fábrica de tejas y ladrillos, de cuya utilización fueron destacados promotores.
La primera noticia documental que poseemos sobre la creación de cántaros, jarros, barreños, orinales, servicios, cazuelas, braseros, vasos, jarras, huchas, botes de botica, etc., en un alfar de Betanzos, se remonta al primer tercio del siglo XVII. El 6 de agosto de 1618, con seguras miras en las fiestas cercanas de Santa María y San Roque, sin olvidar las ferias y mercados y la misma Feria Franca de noviembre, se formaliza en la feligresía de San Martín de Brabío el siguiente contrato:
«Antonio Fernandez portogués natural de Lisboa… y Bartolomé Rico, tezelán vecino de la ciudad de Betanços, e dixeron que hellos hestán concertados e igualados hen esta manera: en quel dicho Antonio Fernández a de serbir el oficio de Oleiro y trabajar y azer obra de barro y coserla hen el orno del canpo de la feria de la ciudad de Betanzos, por tienpo y hespacio de çinco meses conplidos y acavados, y a de azer cada día diez y seis cántaros, el día que trabexare en azerlos, y el día que trabaxare en azer serbiçios a de azer diez y nuebe, y el día que trabaxare en xarras a de azer çiento y sincuenta e çinco, y el día que trabaxare en azer xarros a de azer y dar hechos çincuenta e çinco, y el día que trabaxare en orinales a de aser sesenta orinales digo çincuenta y quatro y el día que yziere casolas a de azer quarenta casolas, y el día que hiziere barrenos a de azer beinte, y el día que trabaxare en petos a de azer cien petos, y el día que trabaxare en braseros a de azer diez y seis, y el día que trabaxare en girasoles a de azer duzientos y sesenta, y el día que trabaxare en botes para botica a de azer ciento y veinte, y si acaso se encomendare alguna pieça la a de azer, todo hello muy bueno y acabado, y el barro que fuere nesesrio para la dicha obra lo a de sacar el dicho Antonio Fernández en la parte donde hestubiere y azerlo traher a casa para hazer la dicha obra, y de cada hornada a de tomar dos pieças, las quales ansimismo ha de azer, y el dicho Bartolomé Rico le a de dar el barro majado y le dará un honbre que lo malle y él a de ayudar a lo majar, y con esto el dicho Bartolomé Rico le a de dar y pagar por cada mes beinte e un rreales, los quales le a de pagar teniendo des meses y medio serbidos… y los otros dos meses y medio se los a de pagar fenecidos los çinco meses… hestando presentes por testigos Juan Tenrreiro vecino de la çiudad de la Coruña, Rodrigo de Andrade mercero vecino de la ciudad de Betanzos e Pedro Rico hijo del dicho Bartolomé Rico, e yo escribano conosco al dicho Bartolomé Rico, el cual dixo se contentaba con el dicho Antonio Fernández y le conosçía. Como testigo. [Firmado] Pedro Rico [Rúbrica]. Pasó ante mí. [Firmado] Pedro Fernández Carreira escribano [Rúbrica]». (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 78, folio 165).
Como hemos visto, se contratan los servicios del portugués para la manufactura del barro y su proceso, quien a cambio de su trabajo percibirá un discreto salario compensado con dos piezas de cada hornada. En cuanto a los modelos a realizar, se desprende que deberá atenerse a las formas al uso y de mayor aceptación en las ferias y mercados de Betanzos, si bien se deja una vía abierta para la realización de otras piezas no contempladas en el contrato.
Es posible que el horno referido no sea otro que el regentado por los herederos de Pedro Fernández Rico, propiedad del Ayuntamiento, por cuyo alquiler contribuían con cinco reales anuales a engrosar los Propios de la ciudad en el año 1686, y asiento contable registrado como sigue:
«Mas se le ace cargo (al administrador) de cinco reales que ubo de cobrar de los erederos de pedro fernandez Rico que pagan de rrenta por el Orno que llevan de la ciudad, donde se coçían las ollas y botixos que fue de manoel fernandez Ollero…» (Archivo Municipal de Betanzos. Cuentas de Propios y Arbitrios. Caja 6.245).
Y también existe la posibilidad de que tratemos con descendientes de los obligados en el contrato, no sólo por la reiteración de los apellidos en los arrendatarios sucesivos, sino también por tratarse de un oficio que solía transmitirse de padres a hijos, con obrador incluido, y herencia de la que gustaban presumir.
Nos vienen al recuerdo los alfareros establecidos en La Condomiña, con sus cacharros expuestos al Sol en el frente de sus casas y algún que otro horno instalado al lado opuesto del camino, y cómo no los «cacharreros», en su caminar acompañados del burro, cargado con serones a rebosar de ollas y pucheros, al reclamo de clientela por las calles al grito de «El Cacharrerooo», y esto hace tan solo cincuenta años, hasta que hizo su aparición la olla exprés y se dejaron de fabricar los famosos «Pucheros de Alcorcón».