Grelos de Betanzos para Lloréns y Wenceslao
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 10/02/2002. Página 24.
De la correspondencia mantenida por nuestro pariente Don Antonio Núñez Díaz con personajes de la cultura de su época, obran en nuestro archivo particular epistolares remitidas por el pintor Don Francisco Lloréns Díaz y por el escritor Don Wenceslao Fernández Flórez.
La concordancia entre fechas y contenido, se debe al agradecimiento de ambos por el envío de «un brazado» de grelos, producto tradicional de la gastronomía del País, que los nabales prodigan durante el invierno. Como es sabido, los grelos más estimados se recogen en la última fase del desarrollo de los nabos, antes de que se «logren» los tallos floríferos o brotes tiernos de la planta, sin necesidad de extraer su raíz.
La carta de Lloréns, esta fechada en Madrid, donde residía, el 9 de Enero de 1932, y dice textualmente:
«Muy querido amigo:
Mi casa esta perfumada del delicioso grelo betancero que si lo pescara Coty lo metería en frascos. Brindo esta idea a la casa Nuñez. Ud no sabe lo que significa hacer llegar a un gallego repatriado como yo, que no veo Galicia desde finales del 30, un brazado de la consoladora legumbre! Aprovechémonos antes de que se prohiba su exportación. Trae aromas del pais feliz donde no se machacan guardias civiles y donde para burlarlos hay que vestirse de héroe popular y andar en cartelones, como Mamed Casanova! País feliz donde no hay huelgas, ni parados por todas las esquinas, ni sequía ni otras calamidades. Hasta la sardina es pródiga, en estos meses de escasez se sacrifica abundantemente.
Enfin, Dios y San Roquiño se lo paguen! Nis hijas se chuparán los dedos y yo me sentiré más cerca de Betanzos del que siempre estoy A Carón y con él vivo pues aquí están muchos rincones mal pintados.
Salude a los suyos con mucho cariño, a todos, con un abrazo para Ud de su agradecido y buen amigo. [Firmado]. Paco. [Rúbrica].»
Las sensaciones expuestas, sugieren aromas nostálgicos dignos de conservación por el célebre perfumista François Coty, y profetizan el envasado de los grelos, con la mirada puesta en los proyectos industriales del consorcio familiar de «la casa Núñez», que capeó el envite para hacerse realidad, a finales de los años setenta, por la pionera iniciativa de «Conservas Calvo». Aún más, la remesa aviva la añoranza que el artista siente por su tierra natal, prometedora de felicidad y contrapuesta a las resultas de los acontecimientos que se desarrollan en la capital del Estado, con incidencia en los desórdenes públicos y lo conveniente de sortear su virulencia, a costa del cambio de imagen, y de ser preciso el figurar en pasquines cual Mamed Casanova, el más famoso de entre los bandidos gallegos del siglo XX, terror de las iglesias y de sus rectorales, la especialidad de «Toribio». La escasez de productos para el consumo en Madrid, convierte a la sardina en salvadora de la hambruna, si bien la exquisitez de los grelos inclinará a sus hijas, Eva y Rosario, a chuparse los dedos; el artista se acerca espiritualmente a Betanzos «del que siempre estoy A Carón», en clara referencia a las pinturas que, sobre la ciudad, exponía en su casa y estudio, lo que no es de extrañar en el pintor de Betanzos por excelencia -llegaría a ser nombrado hijo adoptivo- y el «primero de los paisajistas que ha tenido Galicia» en opinión de Bernardino de Pantorba, que compartimos.
El agradecimiento de Don Wenceslao Fernández Flórez, quedó reflejado en dos cartas fechadas en Madrid el 8 de Febrero de 1932 y el 9 de Enero de 1933. En la primera manifiesta su decepción por no haber llegado a saborearlos, en los siguientes términos:
«He pasado un mes en París, regresé hace tres días… cumplo con un retraso grande pero involuntario, el deber de dar a U. las gracias por el envío de los grelos.
Esta vez mi viaje me impidió saborearlos. He tenido que contentarme con el relato de mis familiares, que me han hecho grandes elogios de su suculencia… conservo el recuerdo de su amistad presente entre las más predilectas… [Firmado]. Wenceslao. [Rúbrica]»
No sucedió lo mismo en la siguiente ocasión, en la que le manifiesta que:
«Los grelos llegaron en admirables condiciones y con mejor sabor que nunca. Gracias. Le aseguro que ningún obsequio recibo con mayor alegría… [Firmado]. Wenceslao. [Rúbrica].»
El escritor Fernández Flórez, mantenía magnificas relaciones con nuestra familia; en la embarcación de la casa apareció en «La Codorniz», como viajero a Los Caneiros, y en el domicilio de Don Leandro Pita Lasantas, marido de Doña Maruja Núñez, en un espacio cuajado de dedicatorias, dejó escrito «¡Qué ben vives Leandro!». Le recordamos al subir por la rúa do Castro, algunos Domingos del verano, para asistir a la misa de doce en la iglesia de Santiago.
Ambas personalidades, además de mostrar su rendida gratitud por el obsequio, rinden un merecido homenaje a los deliciosos y suculentos grelos de nuestra bisbarra, que lo son de Monfero, Irixoa, Cesuras, Aranga… Ayuntamientos limítrofes que surten los prestigiosos mercados y ferias de Betanzos, donde también se comercializan la carne que los curte, el vino que los bautiza y el pan que los sacraliza.
Nosotros celebramos cada año los grelos que Paquita recoge de su nabal de Dureixas, en Santa María de Xestoso, con el recuerdo de los que recibimos en nuestro domicilio de Londres en 1975, cultivados por un mariñán en Reading, y que consumimos con la misma pasión que Lloréns, Fernández Flórez, Leandro Pita, Antonio Núñez… Preclaros representantes del betancerismo nativo y de adopción.
Nota: No resultó sencillo el identificar la carta de Lloréns, debido a que no dispone de membrete y de que la firma «Paco» no se corresponde con la habitual de «F.Lloréns», para ello nos servimos de un retrato suyo, dedicado a Don Francisco Javier Martínez Santiso en 1914, mediante comparación caligráfica, también perteneciente a nuestro archivo particular.