• Eran Caneiros, pero…

    Publicado en el Programa Oficial de Fiestas de Betanzos el 14/08/1975. Página 115.

    Dedicado a toda la emigración

    Tito hizo el globo, habíamos quedado en reunirnos en Hyde Park, era un día soleado de aquellos apetecibles para un 18 de agosto en Betanzos; desde las distintas áreas del gran Londres, fueron llegando a la Serpentine autos cargados de cestas, que poco después se verían esparcidas por los céspedes de tan amplio parque.

    Daban las doce en el Big Ben, cuando escuchamos el melodioso sonido de unas gaitas, no escocesas, que venían a participar de aquella romería gallega, betanceira, para proporcionarle una alegría bajo cielos que no eran nuestros; no faltaron el ribero, ni las empanadas, ni los mariscos, ni el aguardiente, ni siquiera los botes, pero no era el MANDEO.

    Sentados sobre hierba y devorando aquel menú poco común en aquellos aires, fue transcurriendo el tiempo entre brindis y recuerdos, una «queimada», acopio de caña entre los asistentes, dio entrada a unas verbas sobre tierra wikinga, saboreada como nunca, contribuyó a un sopor, con siesta, sobre una manta.

    Aquel estrépito de traca, nos devolvió a la algarabía que animaba a los remadores, botes ligeros de cuatro plazas a servicio público, que sin ser como la Marinita, la Isabelita o la Laura, se deslizaban con rapidez hacia la meta que daría fin a la regata. Las tradicionales cucañas, retiradas de programa por iniciativa de las Sociedades Protectoras, no privaron de tranquilidad a los patos que merodeaban por el lago.

    Serían las siete, cuando todos los preparativos para elevar el globo habían terminado; con un ligero fuego, poco a poco iba tomando forma, permitiendo a cada instante, una mejor visión de los dibujos caricaturescos con que había sido iluminado; vimos a Jaime Pita, el blasón de Betanzos, unos barrenderos en faena… Poco después lo veríamos alzarse tambaleándose a ritmo con la barquilla en dirección al Támesis.

    Continuó la juerga entre estallidos de petardos y fuegos de artificio; ya la noche, invitó a una retirada nostálgica ante la lejanía de la troyana Pista. Me despedí de Luis, de José Antonio, de Julio…