• El ramo de laurel en las bodegas del vino del País de Betanzos

    13 septiembre 2019 • Blog

    Es de general conocimiento de los naturales de la ciudad de Betanzos que el vino de la cosecha se pone a la venta por los propios viticultores en las bodegas de su propiedad, situadas por lo general en la planta baja de las casas de su domicilio aunque también en inmuebles anexos e independientes, en los que se guardan todos los elementos precisos para la cosecha y elaboración, incluido el lagar «… para torçer vino…» (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 14, folio 87, del escribano Juan Pérez Álvarez del número y ayuntamiento de Betanzos, año 1592), y en donde asimismo instalan las mesas y bancos para el acomodo de los clientes que acuden a «… echar un trago, y merendar juntos…» (Ibídem. Protocolo 2.234, folio 27, del escribano Alonso Rodríguez de Soto del número de Betanzos, año 1783) y degustar el famoso y exquisito vino de Betanzos.

    Ramo de laurel en la bodega del Lastres de Betanzos en 1983.

    Los cosecheros mantienen la ancestral costumbre de situar un ramo de laurel en la puerta de acceso como reclamo, para que las gentes tengan conocimiento de que está a la venta el vino del País de la temporada, así de simple, y en caso de encontrarse la bodega en alguna calle poco transitada se coloca otro ramo de laurel en algún extremo de intersección con otra de mayor afluencia e importancia, para facilitar su visión y cumplir con el efecto llamada en que llegó a convertirse lo que en principio era indicativo de haber pagado los derechos de sisas y alcabalas, según el registro que se efectuaba en la preceptiva cala del vino de la ciudad de Betanzos y su Tierra, y en las de su jurisdicción Real como capital de la Comarca natural de las Mariñas.

    El origen de esta tradición se encuentra documentado en las propias Ordenanzas de la Ciudad, formadas con relación al vino en el siglo XVI, y costumbre observada desde tiempo inmemorial, entre cuyos reglamentos consta el siguiente mandato:

    «… Otrosi ordenaron: que cualquiera persona que en esta ciudad y sus arrabales vendieren vino atabernado lo vendan puramente poniendo ramo y señal de como se vende el tinto por tinto y el blanco por blanco, para que los fieles y corredores de las alcabalas sepan que se vende el dicho vino y lo registren; y ansimesmo tengan medidas por donde medir ciertas y verdaderas so pena de seiscientos maravedis a la persona que lo vendiere sin ramo y no teniendo las dichas medidas marcadas justas y verdaderas, repartidos en tercias partes Ciudad, Justicia y denunciador; y lo mesmo se entiende en cuanto a las medidas, que las han de tener todos los que vendieren vino en la jurisdiccion de esta ciudad, so la dicha pena…». (En nuestra Historia Documentada de Betanzos de los Caballeros. Tomo I. Capítulo 4.2. Los Viñedos del Alfoz, página 356. Caixa Galicia 1984).

    Todo ello en beneficio e incremento de los Propios y Arbitrios, de manera que se efectuaba la cala de los vinos por los fieles medidores para que los corredores de alcabalas cobraran el impuesto correspondiente a cada cosechero, quien una vez pagado el arbitrio quedaba autorizado para proceder a la apertura de su bodega y poner a la venta el vino de la cosecha o «de la tierra», con la obligación de situar el ramo de laurel en la puerta como seña o indicativo para los oficiales públicos, conocidos asimismo como ministros, de haber satisfecho el gravamen o tributo resultante de la cala. Una vez vendido el último neto (0’450 L.), retirará el ramo de laurel de la fachada de la casa y pasará la llave hasta el siguiente año (Véase nuestro trabajo «La Cala del Vino de Betanzos del Año 1632», en Actas del XXXIV Congreso Nacional de Cronistas Oficiales, pág., 308, Teruel, octubre de 2008, y en el programa oficial de fiestas patronales de Betanzos del año 2011).

    La venta del vino corría a cargo de los propios cosecheros, y de no hacerlo personalmente contrataban de forma esporádica algún sirviente para que lo efectuara. Uno de estos casos, por ejemplo, tuvo lugar en Betanzos el 30 de octubre de 1641 tras el fallecimiento de Mencía García, mujer del labrador Alonso Crespo, por cuya razón el corregimiento ordena que se forme inventario de sus bienes privativos y gananciales, y en el transcurso del procedimiento los oficiales asignados pasaron a reconocer el vino que en aquellos momentos estaba beneficiando en su nombre «… Susana Garcia tabernera…» por la medida del azumbre (2’020 L.), y en concreto el fiel medidor Jácome Domínguez, quien después de efectuado el juramento de rigor declara:

    «… que el abiendo echado la bara a la dha pipa de bino que al presente se hestaba bendiendo en la casa del dho Benito Gonzalez y la echo en presencia de mi escribano y del dho ministro y de otros testigos que alli estaban dijo juntamente con Sanjuan Perez que la dha pipa a lo que por ella parescia y por la medida de la bara que el echo y conforme al porte que lleba tiene en bino en ser y por vender treinta azumbres… [Firmado]. Jacome Dominguez. [Rúbrica]. Ante mi. [Firmado]. Domingo Diaz. [Rúbrica].». (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 290, folio 113, del escribano Domingo Díaz Hermida del número de Betanzos).

    Es decir que Alonso Crespo y su mujer utilizaban la bodega de Benito González para la elaboración, guarda y venta de sus vinos. En la mencionada cala de los vinos efectuada en 1632, se registra que en la bodega del señalado barbero Benito González son suyos cincuenta azumbres y «… En la misma bodega de bartolome do freixo çiento y ochenta…»; un comparto de bodega muy generalizado por entonces debido a los devastadores incendios generales de 1569 y 1616, que ocasionaron la desaparición de la mayoría de los edificios y bodegas de la ciudad, y que obligaron a los cosecheros a participar solidariamente en la elaboración, conservación y venta del producto de sus vendimias.

    Lo curioso de la cuestión es que también en el centro de Portugal se utiliza el ramo de laurel para anunciar que se ha puesto a la venta el vino de la última cosecha. Presentamos la foto de una de las estrechas calles del entramado urbano de la ciudad de Coímbra en la que pueden verse dos ramos de laurel en sendos accesos a bodegas y tabernas, asunto sobre el que  hemos requerido información a expertos en la materia en dicha capital y en otras instituciones especializadas del mismo País, quienes nos han corroborado dicha realidad y crónicas que por su particular interés conservamos celosamente en nuestro archivo particular.

    Ramos de laurel en las puertas de bodegas de Coímbra en 1950 (archivo del autor).