El guindaste de Betanzos y la capilla de Sta. Ana de Orto
27 diciembre 2012 • Blog
Por la gran devoción que doña Ana de Miranes rendía a la Santa de su bautizo, se dispuso a levantar una capilla de su advocación al arrimo de la casa que habitaba en San Martiño de Orto, y solar que desde entonces recibiría su nombre.
En estado de viuda de don Francisco Pardo y sin descendencia, otorgaba escritura de concordia en 1672 con el maestro de cantería Domingo de Monteagudo, vecino de Santiago y residente en Betanzos. Se obligaba a pagarle 1.900 reales de vellón por la manufactura, corriendo ella con los gastos restantes. En San Martiño de Orto, el 26 de febrero de 1673, dicho maestro otorgaba carta de pago por ante el escribano Gregorio de Castro, de conforme había recibido la cantidad señalada (Archivo Notarial Coruña. Protocolo 567, folio 25, de Betanzos). Tres años después, el 8 de Junio de 1676, doña Ana formalizaba ante el mismo escribano la escritura fundacional.
La víspera de otorgarse la carta de pago mencionada en su casa de Orto, doña Ana le aforaba a Domingo de Monteagudo y a Dominga Vázquez, su mujer, un solar que poseía en la ciudad de Betanzos:
«…Una placa de Casa sita en la Pescaderia de la dicha ciudad de Vetanços y donde llaman el Payo Fermosso que fue casa y testa por la parte de abajo con el rrio do Mandeo y por la parte de arriva con cassa que finco de xptoval Perez de Cabrera y por otra parte con casa que bive don Fernando Hordoñes que hes de Don Diego de Oca Pimentel y por la parte de adelante mira a la casa que bive Pedro Pardo Moreira Procurador del numero de dicha ciudad que fincó de Bitorio Mendez su antecesor que la adequirio de Miguel de Layn vezino que fue della y tanvien topa con el gindaste de canteria que esta a orillas del dicho rrio de la Pescaderia…» (Ibidem. Folio 26).
De la escritura antecedente, se desprende que dicho foro formaba parte del pago que tenía que satisfacer al maestro.
No dejaría de tratarse de una operación simple y normal de entre los muchas que engrosan los protocolos, de no reparar en los lindes con que se demarcaba el solar, al hacerse constar la localización del guindaste, elemento portuario que el corregimiento, cien años más tarde, lo describía erróneamente «dentro de dicha ria», y que jamás había sido una torre o torreón como asimismo interpretaría Veiga Ferreira (Anuario 1998, pág., 365), según queda ilustrado.