• El granadero Eusebio de Verín

    Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/09/2005. Página 30.

    Con sólo trece años se escapó de casa para luchar contra el invasor francés

    Sargento de Granaderos del Regimiento Provincial de Betanzos, publicado por el autor en Militaria-84. Dibujo de José M. Bueno.Del matrimonio formado entre D. Pedro Manuel de Verín das Seixas y Dña. Ignacia de Parga y López fue fruto D. Eusebio de Verín y Parga, nacido el 15 de diciembre de 1795 y que sería bautizado dos días después en San Martín de Tiobre, donde ejercía de vicecura su tío y padrino el presbítero D. Manuel Antonio de Verín das Seixas y González de Hevia, historiador y cronista de su ciudad natal y autor de una historia inédita de Betanzos, escrita en 1812, de la que obra una copia en nuestro archivo particular.

    El presbítero de Verín ayudó a su hermano Pedro para que pudiera ejercer de maestro de primeras letras en San Pantaleón das Viñas, feligresía en la que también había ejercido de vicecura desde el 8 de marzo de 1778 hasta el 2 de julio de 1787, debido a una minusvalía que padecía en el brazo izquierdo que le impedía ejercer otros oficios, y a quien tuvo acogido en su casa hasta que se casó «en el año de mil sietecientos y noventa o noventa y uno».

    En su casa de Betanzos, conocida por «casa del convento», situada en el arrabal del Puente Viejo, habitaba en el piso alto su hermana doña Melchora Clara de Verín, casada con D. Juan Ramos de Parga y González, mientras el cronista ocupaba la planta baja, si bien compartían mesa y mantel. El distanciamiento con su hermano no le privaba de participar en la educación de su sobrino e ahijado Eusebio, a quien infundía respeto y hasta temor, como veremos.

    El 11 de enero de 1809, el presbítero Verín sería testigo presencial de la entrada de los franceses en Betanzos y como el resto de la población, en los siguientes días, sufriría las consecuencias del saqueo general de la ciudad en su propio domicilio:

    « … se trastornaron, perdieron y borraron muchos apuntes que yo tenía, y se estragaron muchos muebles, y muchas ropas mías se llebaron».

    Con la rabia contenida y el silencio que la niñez objetaba a cualquier acción en contra, se forjaba el espíritu de un valeroso adolescente.

    Tras la retirada del ejército francés de nuestra tierra, el 23 de junio de 1809, afloraron los sentimientos que embargaban la mente de Eusebio de Verín, y quizás aprovechando la festividad de Nuestra Señora de los Remedios, con mayor afluencia de romeros que de costumbre en razón a las dificultades de la época, y entretenida su familia en las atenciones debidas a la casa y ministerio, sin mediar palabra, se marchó a la Coruña para servir a Dios, a la Patria y al Rey.

    La determinación del joven Verín debió de ser reprobada por sus mayores, a tenor de la relación y conclusión que el cronista introdujo en su testamento, en el que dice textualmente:

    «Espero que nadie le imputará a delito al Eusebio el haber sentado plaza de voluntario durante la guerra con los Franceses en la Columna de Granaderos Provinciales de Betanzos, escapando a su Padre sin decirle palabra, ni a mí, porque me tenía miedo; se salió a la Coruña el día ocho de Septiembre del año pasado de mil ochocientos y nueve a los dos meses y medio de la salida de los Franceses del Reyno de Galicia y de esta Ciudad en la que habían entrado el día once de enero a las diez de la Mañana; de la Ciudad de la Coruña se fue a Santiago con un Capitán apellidado Mariño, y de aquí salieron a la Ciudad de Lugo; de aquí a Villafranca, Astorga, Salamanca, Alba de Tormes, y Tamames, en donde ganó su escudo, que conserva; me escribió de la villa de el Azebo el día ocho de Enero, habiendo llegado allí el día veinte y quatro de Diciembre del año antecedente a los tres meses y medio de su salida de Betanzos pero ya se había hallado en el ataque de Salamanca, en el qual le pasó una carreta de cañón por el pecho, y en el de Alba de Tormes estubo a peligro de perder la vida, y en el de Tamames hubo de ser prisionero, o muerto, pues le tocó un bayonetazo baxo la clavícula en el lado izquierdo cuya señal conserva, y desde aquí fue al hospital a la Villa de Alcántara; escribió después desde la Villa de Cilleros el día seis de Febrero, en la que dice se hallaba en casa del Ayudante de Granaderos Don Manuel Valcarce, porque ha quedado sin Capitán, ni Sargento el Eusebio, porque han muerto en Alba de Tormes, de donde se extravió, y andubo solitario hasta que este Señor echó mano de él, y le destinó al Regimiento de Infantería ligera voluntarios de Santiago, y Real Cuerpo Literario en su principio, y hallándose en este Cuerpo vino con el por Albuerquerque, Portugal y Galicia por Lugo adonde llegaron desde Badajoz, de donde habían salido el diez y ocho de Junio, y llegaron a Santiago el diez de julio de este Año. Volvieron a Lugo y después a Santiago en donde por aora existe; este es el exercicio que tubo en el espacio de un año y diez meses menos dos días, y por consiguiente desde la edad de trece años y nueve meses menos ocho días hasta los catorce años y medio y veinte y quatro días, y al presente le faltan veinte días para los quince. Estas son las razones porque no debe imputársele a delito su salida» (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 2.988. Folio 376, del escribano Pedro González y Naveira, del número de Betanzos).

    Como se ha visto nuestro cronista estaba orgulloso de contar con un héroe en la familia y de que siguiese las máximas por el diseñadas, por lo que no duda en beneficiarlo de proseguir en ese camino: «y mi sobrino Eusebio mientras se halle en el Real Servicio de S.R.M., si continuare pasados los quince años sirviendo al Rey, y con el modo, honra y estimación en que oy se halla, según varias cartas que tengo de personas fidedignas que me aseguran lo dicho, y espero de el continuará, y seguirá mis Consejos y doctrina mía que como tío y Padrino le tengo dado por escrito…» (Ibidem).

    Apreciaciones que amplía para aleccionarlo en su vida futura, de manera que busque «una muger de buena y honrada familia, que no tenga tacha de traydora a su Rey y a su Patria», es decir, de su misma condición.

    Procuraremos seguirle la pista, de momento nos cabe la satisfacción de dar a conocer a un hijo de Betanzos, que merece la gloria del reconocimiento debido a los heroicos defensores de la Patria.