• Desconocida peregrinación a Santiago en la Contrarreforma

    Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/02/2004. Página 30.

    La pretensión inglesa para que Irlanda negara la supremacía de Roma y aceptara la Reforma propiciada por Enrique VIII, motiva el levantamiento de una buena parte de los católicos irlandeses, quienes por falta de medios y por el desequilibrio con sus opresores, solicitan ayuda externa para mantener la lucha y promover la revolución alimentada por el Papa y por el Rey Felipe II, con el fin de restaurar en Irlanda el catolicismo.

    La privilegiada situación de Galicia, motivaría que estas ayudas fueran canalizadas a través de los puertos de La Coruña y de Ferrol, como lugares más apropósito por su estratégica posición en las rutas marítimas del Atlántico. Una de esas expediciones partió de Ferrol el 12 de Mayo de 1579, compuesta de tan sólo dos barcos y con funestos resultados. En los primeros días del mes de Marzo de 1580, se encontraba en Ferrol el Obispo de Irlanda organizando una nueva expedición, y a la espera de una partida de efectos entre los que se contaban «quinze arcabuzes y treinta libras de polbora, dos Versos, tres mosquetes grandes…», que en Villaviciosa embarcara Guillermo Hal, irlandés a su servicio y maestro de la pinaza «La Enemiga», propiedad del prelado, para con otras mercancías enviarlos seguidamente a los revolucionarios irlandeses.

    Quisieron los elementos jugarles una mala pasada, y a la altura del cabo Prioiro «con tenporal que sucedió dió la dicha pinaça al trabés hazia Francia y allí… robaron la dicha pinaça y artillería y bienes y… nos dieron muchos golpes e hizieron muchos malos tratamientos disiendo muchas palabras feas e insultos contra Su Santidad y llebando con nosotros un santo crucifixo y agnus dey… dieron de coçes en el santo crucifixo hechandolo por el suelo con gran desacato y los agnus dey los pisaban y bechaban a mal y ansi nos dexaron sin ropa y sin bienes algunos…», según informa el capitán de la nave.

    El 8 de Marzo de 1580 alcanzaron las costas de Morbihan, en la Bretaña francesa, en donde salieron a reponerse del maltrato del temporal, a una taberna cercana al puerto de Locmariaquer; mientras tanto se acercaron a la pinaza «el Vizconde» (Vicomté de Querambourg) a la cabeza de «más de ducientas personas, onbres y mugeres, de baxa suerte y otras de mas calidad… y allaron dentro hasta veinte personas, los quales pidieron al dicho maestro los despachos que… eran despachos de Su Santidad y… dixo que no tenía que ver con los despachos del bujarrón del Papa y començó con favor de los demás a saquear el dicho nabío y pinaça y todos quien más pudía más llevaba…», al mismo tiempo que realizaba la profanación mencionada.

    De nada les sirvieron las gestiones efectuadas ante «la Justicia que era de allí dos leguas», para la recuperación de la nave y de los bienes que transportaba, tan sólo obtuvieron «çiertos papeles de todo lo susodicho… y con esto se vinieron a enbarcar desuerados al puerto de Nantes… en una nao de Bilbao, de que hes maestro Juan de Salazar, y salieron de Bilbao en Portogalete y de allí vinieron a Ferrol…». En esta plaza se enteran de que en el puerto de La Coruña «estaba una nave bretona del dicho puerto de morbian donde fueron rrobados, que traya trigo y la vinieron a reconocer… y el maestro que viene en la dicha nao… es uno de los que entraron a robar en la dicha su pinaça…», según relaciona Juan de Lurcos, irlandés natural «de la ciudad de Galbe» (Galway), uno de los tripulantes y testigo en el proceso que tratamos a continuación.

    El 13 de Abril de 1580 Guillermo Hal denuncia ante la Real Audiencia del Reino de Galicia al maestro del navío «El Juan», el bretón Maurice Arnau, por su participación en el saqueo y demás sucesos, y cargos que el procurador Alonso Gato procura exagerar el siguiente día 29, al estimar que fueron actuaciones «de que se arguye y prueva ser los dichos delincuentes Uganotas o luteranos… y por ser piratas rrobadores deven ser punidos e castigados doquier que fueren hallados…», de cuyo pleito obtenemos todos los datos que presentamos en primicia (Archivo del Reino de Galicia. Legajo 1.111-37).

    La gravedad de la denuncia formulada contra Maurice Arnau, en su doble vertiente sacrílega, con insultos a la Iglesia y al Papa, y de la práctica de la piratería, como si de un corsario se tratara, mobiliza a su procurador Fermín Trigo en la búsqueda de una solución satisfactoria para su cliente.

    Las diligencias del aparato de la Real Audiencia no se hacen esperar: como primera medida el 14 de abril de 1580, ordena el ingreso en prisión de las partes, denunciante y denunciado, como cautela y garantía para el desarrollo del proceso, es decir, sin presiones externas ni novedosos contratiempos.

    La peregrinación
    Dos días después, el 16 de Abril de 1580, Maurice Arnau presenta una petición de libertad en la Real Audiencia, en razón a los grandes perjuicios que el encarcelamiento le ocasionaba, en los siguientes términos:

    «Muy ilustre Señor,
    Morice Arno mercader breton preso en esta carçel Real por querella que de mi dieron los criados e marineros del obispo de Irlanda de que soi sin culpa, y ellos son los querellantes y testigos suplico a Vuestra Señoría atento que soi maestro de nabio questa surto en esta ciudad y esta mucha gente detenida y Romeros que binieron en Romería al señor Santiago que son noventa personas, me mande soltar sobre fianca questoi presto de dar e pido justicia e firmo a ruego.
    [Rúbrica]».

    He aquí un dato muy importante relacionado con una peregrinación a Santiago, se habla de noventa embarcados lo que representa casi el doble de lo que era normal transportar, por lo que debía tratarse de un navío generoso de tonelaje, si se tiene en cuenta que venía cargado de trigo.

    Al no recibir respuesta de la Real Audiencia, el siguiente 20 de Abril insiste por llevar siete días en prisión, al mismo tiempo que solicita un traslado de los autos y que se le tome confesión, por no haberlos facilitado ni efectuado hasta entonces.

    Por fin, cinco días más tarde, Maurice Arnau es conducido a los despachos de la Real Audiencia para prestar declaración, y una vez tramitada la presentación y efectuado el juramento de rigor, manifiesta que:

    «hes procurador de la iglesia de San Salvador de Sangustan donde bibe, a donde se avia confesado y comulgado antes de que saliese de su tierra y que después que llegó a este Reino de Galicia se confeso y comulgo en la iglesia del Señor Santiago de Conpostela y tiene Carta de Confesion y hes cofrade de la cofradía del Spiritu Santo».

    Con la declaración antecedente rebate las acusaciones que se le hacían de protestante, y se manifiesta católico practicante, como peregrino cumplidor del ceremonial previo al inicio de su romería a Compostela, donde para merecer el perdón y ganar las indulgencias observa el ritual establecido.

    Al referirse a la pinaza, a las armas y demás bienes saqueados, valorados estos últimos en mil doscientos ducados, afirma «que no save cosa alguna de lo que se le pregunta», y con respecto al denunciante Guillermo Hal «dice que abra dos meses poco más o menos que conoce al dicho Guillermo Al irlandés, porque le vio estar preso en la çiudad de Orrey (Auray) Reino de Françia por decir que era ladron segun lo oyo decir».

    La probanza del proceso se inicia el 14 de Mayo de 1580, ante el Receptor Gómez Barba de Figueroa, mediante la recogida de las declaraciones de los testigos, en respuesta a las preguntas del interrogatorio. Por parte de Guillermo Hal se presentaron Guillermo Irlandés, Juan de Lurcos, ambos irlandeses, y el inglés Nicolás Modand «estante en esta ciudad de la Coruña», quienes vienen a declarar lo que ya conocemos sobre lo sucedido en la travesía, haciendo hincapié en que «les dieron muchos golpes y palos e hizieron malos tratamientos».

    El siguiente 20 de Mayo le llegó su turno a Maurice Arnau, quien presentó por testigos a los franceses Jacome Jaco, Bastian Volver, Hecie Bernard, y a los vecinos de La Coruña Antonio Douteiro, Fernando Cloron y Antonio Rodríguez, quienes respondieron en el sentido que guiaba la redacción de las preguntas, entre las que hemos seleccionado, por su destacada evidencia, las siguientes:

    «Iten si saben que el dicho morice harnao y todos sus marineros, por el mes de abril deste presente ano de ochenta como llegaron a hesta ciudad de la Coruna con un nabio de Pan que descargaron luego se fueron en Romeria al senor Santiago y recibieron el santisimo sacramento en la capilla del Rei de Françia questa dentro de la santa yglesia de senor Santiago segun que los testigos lo bieron ansi ser e pasar, digan lo que saben…
    Iten si saben quel dicho morice harnao breton nunca… fue ni hes corsario ni pirata… y que a bendido muchas e diversas vezes a esta çiudad y a traido pan trigo y centeno a bender y a otros puertos de la mar deste Reino el ano de la habre (en referencia a las hambrunas de 1563 y 1573) y otras bezes y todo hesto haziendo obras de muy buen xpiano y reçando y oyendo misa y los ofiçios debinos, digan lo que saben…
    Iten si saben que el dicho guillelme Al y Juan de Linas y guillelmo hirlandes saben los testigos que los susodichos hestando una nao de un hingles cargada de naranja en el puerto de Sada, los susodichos la robaron y sacaron y llebaron del dicho puerto como corsarios segun que los testigos lo bieron ser e pasar, digan lo que saben.
    Iten si saben que el dicho Juan de Linas y guillelmo hirlandes antes y al tienpo que jurasen y declarasen en esta causa heran y son enemigos capitales del dicho morice harnao y le quieren mal y ansi mismo heran y son conpaneros del dicho Guillelme al y todos andan juntos, comen y beben juntos como tales conpaneros, digan lo que saben»

    Argumentos que de ser demostrados trastocaban el curso de la denuncia, y que abrían nuevas expectativas de amparo a favor de Maurice Arnau.

    El 31 de Mayo de 1580, Maurice Arnau continúa encarcelado con sus setenta años de edad, y Fernán Trigo vuelve a solicitar la libertad para su representado, y para demostrar su condición de católico practicante presenta como prueba el certificado de confesión y comunión expedido en Santiago el 4 de Abril de 1580, con motivo de su peregrinación.

    Entretanto se reciben una serie de certificaciones requeridas a las autoridades locales francesas, como también las declaraciones de la probanza realizada en Saint Goustan. Entre los documentos recibidos figuran una certificación en pergamino del Obispo de Vannes, de fecha 6 de Mayo, en la que su eminencia Don Luis de la Haye acredita que Maurice Arnau es cristiano viejo y que no ha mantenido concomitancia alguna con elementos heresiarcas de la Reforma; otra del rector de San Salvador de Saint Goustan, una más de las autoridades municipales y varias declaraciones de vecinos, como Roldan Lemanan, y de su propia mujer, con fehacientes testimonios que demuestran que Maurice no había estado en aquel puerto en la fecha en que tuvieron lugar los acontecimientos. Documentación que por orden de la Real Audiencia fue traducida por Pedro Barbarin y Carlos Berasi, el primero vecino de La Coruña y francés el segundo, el 7 de Junio de 1580.

    Una vez demostrada la inocencia del encausado, el tribunal dicta sentencia en Audiencia pública de los Señores Regente y Oidores del Reino de Galicia, celebrada en La Coruña el 25 de Junio de 1580, en la que se absuelve a Maurice Arnau.

    La absolución de la demanda no supuso la inmediata puesta en liberta de Arnau, aunque en consideración a su precaria salud y avanzada edad, se le permite abandonar la prisión teniendo su casa por carcel y un guardia de custodia a su costa. El Jueves 7 de Julio de 1580, en un desesperado intento por conseguir la excarcelación, envía un escrito a la Real Audiencia por el que «pido y suplico me mande quitar la guardia y me mande soltar por quanto he hestado muy malo y para morir», e incorpora las facturas médicas y del vigilante, como demostración de las pérdidas económicas que lo habían llevado a la ruina y de cómo el cautiverio había afectado a su salud.

    Desconocemos las consecuencias que para los irlandeses tendría su falsedad; nos queda el júbilo de la absolución de Maurice Arnau por Santiago y por el Trono.

    Certificado de confesión y comunión del bretón Maurice Arnau. Tamaño Real: 20,60 x 5,80 cm.

    Trabajo ampliado en la revista «La Coruña, Historia y Turismo», junio de 2004.