Betanzos de los Caballeros: las visitas reales
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/11/2001. Página 24.
Son muy escasas las noticias que conocemos sobre las visitas de monarcas a nuestra ciudad. Lamentamos la ausencia de crónicas en las que se reflejara el júbilo y el agradecimiento de la población por la deferencia Real, y otros pormenores de lo que suponemos sería un gran acontecimiento para los vecinos y clase dirigente de Betanzos. En todo caso, nos introducimos en el tema para conformarnos con los testimonios documentales otorgados durante su estancia entre nosotros, amén de noticias más cercanas, sobre las que contamos con magníficos testimonios gráficos y alguna que otra anécdota.
El 16 de Abril de 1218, el Rey «Alfonso IX concede al monasterio de San Martín Pinario, de Santiago, que sus serviciales exheredatis, uidelicet qui non sedent in alia hereditate nisi de ipso monasterio, nullus portarius nec aliquis alius de mea parte demandet pectus aut morabetinos nec fosatariam seruicia de illis. Facta carta apud Betancios, XVIª die aprilis, era MCCLVIª». Una magnífica oportunidad que, seguramente, aprovecharon los vecinos para solicitar del monarca el traslado de la población para el Castro de Untia.
En plena fase del traslado, el 30 de Enero de 1232, nos visitó el Rey Fernando III «El Santo», quien mediante carta abierta confirma «al monasterio de Santa María de Meira y a su abad don Fernando en la posesión del coto de Roupar, con todas sus heredades por los términos que se indican, ratificando su exención jurisdiccional. Facta karta apud Betanços, XXXª die januarii, era MCCLXXª».
El 15 de Septiembre de 1286, estuvo en Betanzos el Rey Sancho IV, donde firmó carta abierta «ordenando al concejo de Salvatierra que respete el convenio establecido anteriormente entre el concejo y el monasterio de Santa María de Melón sobre el pago de cincuenta sueldos. Dada en Betanços, quinze días de setembre, era de mill e CCC e XXIIII annos». Fruto de esta visita fue el privilegio en favor de Betanzos, fechado once días después en Villafranca de Valcárcel, por el que «aviendo gran sabor de leuar la villa de betanços adelante e de les facer mucha merced», manda que los moradores de una serie de cotos vayan a juicio ante los jueces y alcaldes de ella.
También estuvo en Betanzos el Rey Alfonso XI, en la primera quincena del mes de Julio del año 1345 «Nos veniendo en Romería a Santiago venimos a la dicha villa de Betanços et uimos el puerto que allí auía». Visita que realizó con el fin de solventar la contienda existente con los vecinos de La Coruña, sobre la carga y descarga de mercadurías.
El Rey Enrique II, el 8 de Febrero de 1369 «estando en la nuestra villa de Betanços», le concedió privilegio a sus vecinos sobre la carga y descarga de mercadurías, además de otras múltiples mercedes, en reconocimiento «al mucho buen servicios que eneste tiempo nos fue y es fecho del concejo e vezinos e ombres buenos de la dicha villa de Betanços con fernan perez de andrade nuestro vasallo de que se defendieron a nuestro servicio de la masnada del Rey de portugal que la tobieron cercada con Galeas por la mar e por la tierra con Dn Fernando de Castro… Dada en la villa de Vetanzos ocho dias de febrero era de mill y quatrocientos e siete años».
En la crónica de los Reyes Católicos, nos dice Hernando de Pulgar que Don Fernando y Doña Isabel salieron, el 9 de Octubre de 1486, desde La Coruña hacia Betanzos, camino de Lugo, una vez ordenada la devolución a nuestra ciudad de los términos, cotos y feligresías que desde tiempo antiguo e indebidamente le habían sido ocupados.
La siguiente visita de la que tenemos constancia, a la vez de alargada en el tiempo, tuvo carácter circunstancial. La Reina Mariana de Neoburgo, en compañía de su hermano Don Luis de Baviera, se vieron obligados a desembarcar en Mugardos si bien estaba previsto lo hicieran en La Coruña, de ahí que siguieran el viaje por el Camiño Real que atravesaba Betanzos. El día 7 de Abril de 1690, pernoctaron en el Palacio de Andrade en la villa de Puentedeume, y al siguiente día pasaron por Betanzos, en una visita de corta permanencia, según nos dice Martínez Santiso, y en cuya comitiva se contaba con Don Antonio Ordóñez das Seijas, como diputado por La Justicia y Regimiento de nuestra ciudad para recibirles y acompañarlos hasta La Coruña, adonde llegaron el mismo sábado por la tarde.
En la primera quincena de Septiembre de 1856, llegaron a Betanzos procedentes de La Coruña La Reina Isabel II, en compañía de su marido Don Francisco de Asís, el príncipe de Asturias, con pocos meses de edad y futuro Alfonso XII, y la infanta Doña Isabel. Fueron recibidos en la Plaza del Campo de la Feria, en donde se había instalado un artístico pabellón, desde el que saludaron al inmenso gentío que había acudido a recibirlos, y en el que posteriormente les fue ofrecido un refrigerio por las autoridades locales. Acto seguido, visitaron el monasterio de San Francisco, en cuya iglesia oraron unos instantes, para poco después subir al carruaje que les conduciría a Lugo, según ilustra el cronista Vales Villamarín:
«mientras a los acordes de la música bailaba delante del coche de S.S.M.M. una comparsa elegantemente vestida, elevándose magestuosamente al propio tiempo un globo aeróstatico de colosales dimensiones».
Las autoridades recibieron de la soberana varios donativos con destino a las necesidades del pueblo, del hospital y del convento las Reverendas Madres Agustinas.
El 25 de Julio de 1909, vino a Betanzos el Rey Don Alfonso XIII en compañía de Don Antonio Maura, Presidente del Consejo de Ministros; del Sr. Ferrándiz, Ministro de Marina, y el Sr. Crespo de Lara, Gobernador Civil de la provincia, procedente de Santiago y con destino a Ferrol. Para recibir al monarca, se levantó un «Arco de triunfo» en la cabecera de la actual Av. Jesús García Naveira, proyectado por Don Francisco Javier Martínez Santiso, aunque inconcluso en su realización a causa de las inclemencias del tiempo «y de la torpeza del personal de su ejecución», al entender del propio artista y cronista. A pesar de estos contratiempos, el resultado fue monumental, y de su magnificencia son testimonio los siete metros de hueco horizontal y unos veinte metros de alto, rematado con el Escudo de España y coronado de banderas; sobre el arco y pintado en el friso, bordeado de sendas coronas de laurel, podía leerse «D. ALFONSO XIII». En las columnas laterales, campeaban a la derecha el escudo de Galicia y a la izquierda las armas de la ciudad, en similar disposición que en la desaparecida Puerta Real o de La Villa. A lo largo de la entonces carretera de Las Cascas, se fijaron gallardetes sobre postes con banderas y otros adornos. Si el recibimiento oficial había sido bien organizado, no lo fue menos la respuesta del vecindario, que se sumó con entusiasmo al evento, disponiendo en los balcones de sus casas hermosas colgaduras, y a su falta las piezas más preciadas de los ajuares de sus propietarios.
El Rey Alfonso XIII, volvería a Betanzos acompañado por su mujer La Reina Doña Victoria Eugenia, el 4 de Febrero de 1912, con motivo de asistir en Ferrol a la botadura del acorazado «España». A las 14’30 horas de la tarde, aproximadamente, llegaron los monarcas a la estación ferroviaria de Betanzos-Pueblo, en donde fueron vitoreados por más de cuatro mil personas, que no pararon de aplaudir y demostrarles su cariño durante los cinco a seis minutos que permanecieron en Betanzos, sin abandonar el tren, por razones de seguridad. Por indisposición del alcalde Don Calixto Leis y Ponte, acudió a cumplimentar a SS.MM. Don Cesar Sánchez Díaz al frente de las autoridades locales; un grupo de señoritas les acompañaba y tambien accedieron al tren para hacer entrega de un ramo de flores a La Reina, honor que tuvo Doña Purita Domenech Núnez, resultando muy simpático el saludo de Concha Costas y su hermano, los niños que formaban parte de la comitiva de recepción y que fueron la delicia de los monarcas.
Entre las anécdotas de esta visita es de destacar la caída del pañuelo de La Reina, en su despedida desde la ventanilla del tren, siéndole devuelto dos días después a su regreso, no sin antes haberle repasado una ligera rasgadura producida al caerse, y gesto sentidamente agradecido por la augusta viajera.
Con motivo de esta visita, se levantó en su honor un Arco de Triunfo, diseñado por el entonces joven artista Don Camilo Díaz Valiño, y cuya ejecución le fue encargada a Claudino Pita Pandelo, con un resultado espectacular, tanto por sus dimensiones como por su composición y traza.