• Adiós campos de Mempás

    Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/10/2000. Contraportada.

    Esperemos que el encabezamiento de la composición que presentamee no sea el augurio de la despedida de nuestra tradicional romería a Los Caneiros, y se mantenga como parte de una de las coplas que en ella se cantan.

    Se trata de una crónica suscrita en La Habana en 1884, que debe mos a la gentileza de Dª María Cristina Ferreiros Gandariña y Dª Adela Díaz Ferreiros, sobrinas del autor, que nos acerca a la realidad de Los Caneiros en su prehistoria:

    R E C U E R D O
    Dedicado a mis amigas las compañeras de las fiestas de 24 y 25 de Agosto,
    celebradas el año de 1883.

    Hace un año, y á la hora que me pongo á escribir éstas lineas aproximadamente, me encontraba abordo de una pequeña embarcación, en compañía de dos personas a las cuales creo dignas, por todos conceptos, de la verdadera calificación de amigos, en la ría de Betanzos frente a la hermosa playa de Gandarío, cercana a la no menos bella de Sada, á donde nos dirigimos con objeto de visitar a una Señora, hermana de los amigos referidos, que á la sazón se encontraba en aquel punto, tomando baños, y donde permanecimos cerca de cuatro horas, despues de hacer un almuerzo, en el que reinó la mas agradable espansion y franqueza. Las dos de tarde serían, cuando se dispuso el regreso al punto de partida, con objeto de aprovechar la marea, y al propio tiempo para hacer que yo llegara en sazón oportuna para aprovechar las últimas horas de la tradicional y siempre animada romería de San Bartolomé. Al efecto, serían como las cuatro de la tarde cuando nos encontramos frente a la Fontaiña, en cuyo lugar me desembarqué para adelantar en el camino y ganar las alturas del sitio de la fiesta; allí me esperaban como de antemano habíamos convenido, mis hermanas y cuñado en unión de varias personas a quienes aquel día tuve el gusto de conocer y empecé a tratar familiarmente, y de quienes merecí una afectuosa acogida; reciban pues todas y cada una de ellas desde este remoto país, mis cariñosos y afectuosisimos recuerdos. Poco tiempo había transcurrido desde mi llegada, y cuando me disponía a visitar el campo de la Yglesia en compañia de mi cuñado, se armó entre varias gentes de las aldeas vecinas una riña a palos que hizo que la romería terminara como terminaba en otros tiempos el rosario de la Aurora; sin que yo pudiera conseguir mi deseo de ver el campo referido: pronto se acercó despues de terminada aquella pendencia, propia de salvajes ó fieras mas que de gentes civilizadas, la hora del regreso ó retirada, pero la verdadera fiesta no había aún empezado; era necesario volver a continuarla a las nueve de la noche en la huerta de Santo Domingo, ofrecida galantemente por su actual arrendatario el Señor Farruco da Reyna, uno de los concurrentes.

    Una vez allí se formalizó lo que fué realmente una fiesta familiar, se preparó una cena abundantísima, y después de terminada aprovechando la buena disposición en que todos nos encontrábamos se empezó a bailar: recuerdo que una linda joven con unos ojos negros capaces de llamar a Dios de tú, me obligó a que fuera su Caballero mientras durara la fiesta, obligación que acepté con honor, como no podía menos de suceder tratándose de una Señorita joven y hermosa por añadidura: No puedo recordar sin emoción aquellas horas quizá las más felices de mi vida, y tampoco puedo dejar de esclamar con el poeta ¡Lo que vá de ayer a hoy! hace un año me consideraba, sino feliz dichoso al menos, y hoy… hoy aquí solo, espuesto a los caprichos veleidosos de la fortuna: Recuerdo con pena el aniversario de unas fiestas tan gratas y unos días tan felices, donde todo era alegría, animación y contento; las dos de la mañana del siguiente día 25 serían cuando empezó la dispersión de tan animada noche, no sin antes haberse dado cita para continuarla mas tarde en el río Mandeo y Campo de Mempás para gloria y honra del glorioso San Caneiro.

    En efecto a las 10 de la mañana de aquel día, me encontraba en cumplimiento de lo que se había acordado pocas horas antes, frente a la fuente de los Angeles, comandante en mi barquilla y en donde había de recibir el más precioso de los cargamentos; ocho lindas jóvenes capaces de hacer volver el seso mas solidamente constituido honraron mi humilde embarcación con su presencia, amén de algunos pollos que les acompañaban: desde aquel momento todo fué alegría, dicha, contento, y buen humor, hasta el manso y tranquilo río parecía cinta de plata, que cortando el pintoresco valle, lamía ambas orillas, embellecidas con vegetación frondosa. Las ricas vides estendiéndose por las apacibles laderas, mostraban medio escondido los sabrosos racimos que empezaban a teñirse de rojo y oro, síntoma de madurez procsima. Este momento, veo con los ojos de la imaginación, iguales escenas, la misma animación, quizá más alegría, mientras yo recuerdo tan venturoso día, olvidado de las que hace un año eran mis amigas y compañeras.

    El regreso en medio de tantas animadas embarcaciones, la nuestra esplendidamente iluminada con faroles de colores, parece la reina de tan agradable como divertida regata: allí se cantaban canciones alusivas al día y a la fiesta: recuerdo con sentimientos aquel adiós a los Campos de Mempás, y que hace que hoy sustituya con otro de mi cosecha y con el cual voy a terminar esta reseña, no sin antes desear para todas las personas que tomaron parte en aquellos días de bullicio y animación, de quienes fuí objeto de cariñosas distinciones, las cuales no olvidaré, y por las que les estoy obligado, todo género de felicidades y ventura.

      A dios campos de Mempás
      Campos donde yo gocé
      Jovenes que conocí
      Muchachas a quien amé
      Vuestro recuerdo querido
      Vive en mi alma latente
      Y haceros quiero presente
      Que nunca ós olvidaré.

    [Firmado]. Manuel Fernandez Sás. [Rúbrica].
    Habana y Agosto 24 de 1884.
    Dia de San Bartolomé y víspera de San Caneiro».

    No es de extrañar que el contemporáneo historiador Don Manuel Martínez Santiso, manifestara que:

    «Por eso, cada vez que se repiten esas fiestas todos los años, revive en nosotros el espíritu que animaba á nuestros antepasados, y todavía constituimos con ellos el mismo pueblo con los mismos sentimientos, con las mismas creencias y con las mismas aspiraciones».

    Declaración de principios que asumimos, con la esperanza de que nuestras autoridades alcancen una cabal solución a la problemática planteada, sin menoscabo del interés general pero en defensa de nuestra tradición.