A Flandes a la fuerza
Publicado en Betanzos e a súa Comarca el 01/08/1998. Página 11.
Superado el ataque francés a la ciudad de A Coruña, acaecido en verano de 1639, el Capitán General de Galicia Don Francisco González de Andía, Marqués de Valparaíso, se encuentra empeñado en la dotación de una escuadra que se estaba organizando para recuperar el dominio marítimo, puesto en tela de juicio y fuerza, en el Cantábrico y en el Canal de la Mancha.
Se hizo a los mares la escuadra al mando del Almirante Don Antonio de Oquendo, y, como General de la Armada al que lo era de la escuadra gallega Don Andrés de Castro. A mediados de Septiembre de 1639 se encuentran con los holandeses, bajo la autoridad del Almirante Maarten H. Tromp, quienes obtienen su victoria más significativa en Las Dunas.
La leva era una de las formas más normales de reclutamiento, aunque de lento trámite por su dependencia con las Justicias y Regimiento, sobre todo a la hora de efectuarse los sorteos. Una vez realizados, se encontrarían con las mil y una peticiones de carencias, novedades de ausencia, cuidados a progenitores sin recursos o solos, y un largo etc., no exento de la tradicional picardía nacional ni de la reconocida retranca galaica.
Cuando la urgencia mediaba en completar una tripulación, en cualquiera de sus cuadros menores, era normal la recolección de ociosos y mal entretenidos, en cuya dimensión se encontrarían honrados ciudadanos, quienes tras solventar sus asuntos y negocios en ciudades o villas portuarias, se acercaban a las tabernas y mesones para apurar algún que otro azumbre de vino, al tiempo de comunicarse con las novedades de la marinería, tan propicia a la relación de noticias y aventuras, como en la actualidad se mantiene en nuestras típicas bodegas.
En el archivo parroquial de San Martín de Tiobre (Libro de Defunciones, folio 42 vº y 43 r.), nos encontramos con una partida o asiento que merece detenida lectura y consecuente deducción con los acontecimientos precedentes. Se trata de un menestral, zapatero al tiempo que labrador, que entre otros y contra su voluntad, se vio involucrado en la batalla de Las Dunas, y ello por encontrarse circunstancialmente en A Coruña como manifiesta Don Juan García de Vilouças, al comunicar su fallecimiento al rector del beneficio eclesiástico Don Gregorio González de Villar, declaración que redactó de la manera siguiente:
«En Diez y seis dias del mes de Setiembre de Seyscientos y quarenta años, Parecio Ante mi Juan García de Belouças, y Dixo que tenia noticia cierta cono Pedro Bazquez, Capatero mi feligrés, uno de los labradores que arrebatadamente hizo embarcar en el puerto de La Coruña el Marques de Valparayso, en la armada que se perdió en Dunas, se avia falecido en la provincia de Flandes en nueve de Octubre del año passado de seyscientos y treynta y nueve, y que el dicho Juan Garcia garcia (sic) era su cumplidor y Alvacea y assi quería hazer su entierro y honras, para lo qual y de consentimiento de María de Polays, muger del dicho Pedro Bazquez exivió ante mi un testamento que el dicho difunto avia echo ante Domingo de Cernadas, escrivano del numero desta Ciudad, en el año de seyscientos y treynta y seys, en el qual Declara aver llevado de capital suyo hasta quatrocientos Reales de bienes muebles, de los quales despues de cumplido su testamento, manda sea su muger usufrutuaria, por su vida y al fin della, se distribuyan por su alma en San Martin de Tiobre y Nuestra Señora del Camino, por no dexar hijos y mandó se le dixesen treynta missas. [Firmado] Doctor Villar [Rubricado]».
No le cupo mejor suerte a nuestro zapatero que morir fuera de su tierra, quizás por un vino o un garrotazo, pero cuando menos por una batalla que no se buscó.